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ensayo

Allá por Jerusalén

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Iñaki URDANIBIA

Asmos Oz (Ramala, 1939) forma parte, junto a otros afamados escritores judíos como David Grossman o Abraham B. Yehoshua, del movimiento Peace Now moviéndose en posiciones que tratan de lograr «la paz ahora» con los árabes, siendo capaces de afirmar -para disgusto de muchos de sus compatriotas- «que cuando escribo soy consciente del estado de guerra en el que vivo, y en la capacidad de ser para los otros un enemigo lisa y llanamente. Me esfuerzo por no hacer oídos sordos a las reivindicaciones legítimas y a los sufrimientos de mi enemigo» (D. Grosman).

Lo dicho no quita para que su pacifismo no les impidiese apoyar la invasión del Líbano y, cuando las cosas se pusieron feas para su poderoso ejército, reclamar el alto el fuego inmediato. ¡Curioso pacifismo a la salsa israelita! A pesar de lo dicho, nadie podrá negar la preocupación de Oz por los otros. Es más, podría afirmarse que tal empeño por conocerse entre ambos es la que le guía en su brillante escritura. En la presente ocasión, como muestra de sus primeras narraciones, presenta tres relatos escritos allá por los setenta pero que dan cuenta de la situación de aquellas tierras a finales de los años cuarenta, cuando el dominio del imperio británico tocaba a su fin y cuando los sionistas proyectaban poner en pie su propio Estado, siendo conscientes de que ello iba a arrastrarles inevitablemente a la guerra con los habitantes de aquellas tierras que se veían despojados de ellas.

Asmos Oz nació en las afueras de Jerusalén, de padres de origen del este europeo. Rusos y polacos poblaban aquel barrio, Karem Abraham, y la lengua que allá dominaba era el yiddish. La atmósfera del momento es retratada con cercanía y con innegable cariño hacia aquellos recuerdos de niñez, despertada en momentos de inquietud y zozobra que coincidía con el brutal impulso sionista. El primero de los relatos que da nombre al libro recoge el vivo pulso que se vivía tras la victoria de los aliados en la segunda guerra y la dispar presencia de distintos representantes políticos (británicos, árabes, judíos...).

El segundo, «El señor Levi», nos sitúa ante la amistad de dos muchachos y la admiración de uno de ellos hacia el padre del otro, luchador y poeta. El último, «Nostalgia», recoge las cartas de un médico a su antigua amante en vísperas de la guerra. Todos ellos están unidos por el protagonismo de un niño, Uri, trasunto del propio escritor.

Este libro, cuyos relatos se complementan en una lograda unidad, entrega un cuadro total de la nefasta compañía que forman la exaltación patriótica y el ardor guerrero.

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