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Ripstein encierra a Madame Bovary en un piso con riesgo de embargo

El realizador mexicano Arturo Ripstein, que recopila ya dos Conchas de Oro y una de Plata, cerró ayer la competición oficial con «Las razones del corazón», una libre y actual adaptación de la novela «Madame Bovary». Ripstein encierra a una mujer locamente enamorada de su amante, que comienza su autodestrucción tras la negativa de éste a continuar con la relación. Una película rodada en blanco y negro y largas secuencias que llegará a las salas el 7 de octubre.

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Ane ARRUTI | DONOSTIA

Una claustrofóbica «Las razones del corazón» fue ayer la última película que se mostró en la Sección Oficial de Zinemaldia. Su director, el mexicano Arturo Ripstein, ya conoce la sensación de ganar en Donostia: ha ganado la Concha de Oro en dos ocasiones, con «Principio y fin» (1993) y «La perdición de los hombres» (2000), además del Premio Especial del Jurado («El lugar sin límites», 1978). Sin embargo, confesó que no le importaría ganar una tercera Concha de oro. «Las tengo guardadas en mi estudio. Ocasionalmente les hablo y las toco», bromeó ante la prensa rodeado de su equipo. Se mostró muy satisfecho con este trabajo, ya que, «de lo que quería a lo que ha salido hay un abismo muy estrechito».

«Las razones del corazón» cuenta la historia de Emilia (Arcelia Ramírez), un ama de casa encerrada y desesperada por su maternidad agobiante y por un marido al que ha dejado de querer. Su bohemio amante cubano ha derrochado el dinero de la tarjeta de crédito que le prestó y es por ello que embargan su casa, sin que lo sepa su marido. El día que recibe la negativa de su amante de continuar la relación comienza la autodestrucción y el delirio de Emilia que lleva su desengaño hasta el extremo.

«Es una locura enfermiza la que siente hacia el amante pero creo que siente lo mismo por cualquier cosa que le saque de su vida cotidiana», explicó la guionista de la película Paz Alicia Garciadiego. «El amor no entiende de razón», añadió.

La película es una adaptación de la novela «Madame Bovary», escrita por Gustave Flaubert y publicada como tal en el 1857. Pero aclararon que es una adaptación libre, actualizada y de los últimos días de Madame Bovary. Ripstein precisó que la idea de realizar este film viene de lejos y que, al encargarle el guión a Garciadiego, la única condición que le puso fue que no leyera de nuevo la novela. «Le dije: escribe como tú te acuerdes de Bovary».

«Yo le dije que me gustaba mucho la novela pero el personaje de Madame Bovary es detestable -exclamó la guionista-. Te dan ganas de cachetearle. Por eso intenté hacerla actual y entrañable. Le quité las bobadas, porque era una boba, le quite los romanticismos y la dejé con las carencias. Las frustraciones que siente no son por nada en concreto», dijo.

En blanco y negro

Ripstein ha optado, en esta ocasión, por rodar en blanco y negro, aspecto que, según manifestó, repetiría en todas sus películas si se lo permitieran. «La realidad no tiene ninguna estructura. Es en la ficción cuando le das una estructura, una geometría. En blanco y negro, la realidad de la ficción se vuelve mucho más precisa», concretó. Según afirmó el director, aprendió a amar el cine con el blanco y negro. «Picasso dijo que el color debilita y, si Picasso lo dijo, el color debilita», sentenció.

Pero además de la fotografía y el guión, hay que resaltar la interpretación de los distintos actores que completan el reparto. Por encima de todos está la casi omnipresente Arcelia Ramírez (Ciudad de México, 1967). «La elaboración de los textos es tremenda, había que masticarlos y se te llenaba la boca con ellos», comentó ayer. «Cada escena era más desafiante que la siguiente y los textos de Paz Alicia son musicales, como si fueran partituras. Arturo lo dirigía todo como si fuera el director de orquesta», recalcó.

En ese sentido, la guionista puntualizó que, mientras más encerrado esté el personaje en un sitio, los diálogos tienen que ser más grandes. «Los diálogos de las películas tienen que simular que son reales pero no tienen que serlo. Tienen que embellecer la escena. Por eso he engrandecido los textos».

El personaje de Emilia se va cruzando con otros, todo en el mismo edificio. «Quería abrirla para mostrar su corazón y los duetos se van convirtiendo en una especie de bisturí que van dejando al descubierto el corazón de la protagonista», explicó Garciadiego. Esos bisturíes son la hija, el marido, el amante, la portera, la amiga y el vecino, con quien se acuesta para intentar sacarle dinero.

La música, poco presente en las películas de Ripstein, juega un importante papel con los ensayos del amante saxofonista y el bolero «El perfume de las gardenias», uno de los favoritos del director y que ya lo ha utilizado en varias ocasiones. «Soy un analfabeto musical», dijo. «Creo que te lleva de narices a lo que tienes que sentir y por eso siempre hay poca música en mis películas. En la vida real no hay música, no te avisa cuando te van a atracar, creo que sería mucho más útil», bromeó.

La película se estrenará en los cines del Estado español el próximo 7 de octubre.

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