Iñaki LEKUONA Periodista

Bayrou, ese hombre

A Bayrou nadie le sigue. Ni su sombra. Ya a nadie le importa que se presente a las presidenciales de 2012. Y no sabe qué hacer para ganarse una foto o unas líneas en la prensa. Lo último han sido unas reflexiones sobre los escándalos que sacuden Francia, sobre todo el llamado “Karachigate”, que amenaza con tumbar a Sarkozy antes de tiempo. El asunto es turbio y enmarañado, pero se resume en unos maletines que llegaron de Pakistán, vía Suiza, para financiar la campaña de las presidenciales del 95 del entonces primer ministro Édouard Balladur. Su portavoz en aquel momento no era otro que Sarkozy.

Y a cuento de esta trama, François Bayrou, se ha tirado de los pelos y ha clamado que es un escándalo y que ya está bien y que uno puede mantener su honestidad por mucho que le lleguen maletines. A la pregunta de si a él le ofrecieron alguno alguna vez, elaboró una frase en condicional. Pero cuando le insistieron, respondió con un sospechoso convencimiento: «cuando me hicieron proposiciones de ese tipo, los que traían los maletines escucharon respuestas de las que se acordarán durante mucho tiempo». Eso lo soltó hace una semana, pero las risas resonarán durante mucho tiempo.

Vale que a Bayrou nadie le sigue. Pero en lugar de andar diciendo bobadas, podría inventarse otras estrategias para sentirse seguido, como por ejemplo acercarse a la disidencia vasca: seguro que al momento los servicios secretos –franceses o/y españoles– le colocaban un dispositivo de vigilancia en el coche. Es posible que ése no sea el seguimiento que le mole a Bayrou. Pero es mejor que hacer el ridículo y no tiene consecuencias judiciales.