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Imanol Intziarte Periodista

Una parábola de tomates y sartenes

Llevo unos días dándole vueltas al tema de las contradicciones. Las propias, ésas con las que todos, en mayor o menor medida, hemos de convivir. B16 -nick tuitero del Papa Ratzinger- gusta de arremeter contra el relativismo moral, defendiendo a capa y espada la existencia de verdades absolutas. Sí pero no. La paleta de blancos y negros puros cabe en los dedos de una mano. Los grises abundan por doquier.

Y pensaba en cuando vamos al supermercado. Vemos unos tomates, sello de calidad vasco. Vemos otros tomates. Procedencia: Marruecos. Los ojos se nos van al precio. Sí, sabemos que existe diferencia en la calidad, pero la cartera manda. Sospechamos que las condiciones laborales de quienes los recogen al sur del estrecho de Gibraltar no son las ideales, pero... el baserritarra de nuestro pueblo se tendrá que resignar. Vamos a casa y, tras comernos la pertinente ensalada, acudimos al trabajo. Toca turno de tarde en la fábrica de menaje de cocina. Unas sartenes antiadherentes de primera, la crême de la crême.

Cambiemos de rol, somos el baserritarra. Muchos de los tomates que habíamos cultivado con mimo se nos han quedado en el cesto. Mañana será otro día. Madrugar, seleccionar los mejores y otra vez al pie del cañón. Pero antes tenemos que hacer unos cuantos recados. La vieja sartén ya ha dicho basta y hemos de reponerla. Ésta parece buena pero, fiuuuuuu, vaya precio, cómo se nota que está fabricada aquí. Mira, en la etiqueta de esta otra pone que tiene casi las mismas cualidades, pero vale la mitad. Made in Taiwan. Estos asiáticos sí que saben, se van a comer el mundo. No se hable más.

El comité de la fábrica de sartenes convoca a los medios a una rueda de prensa. La dirección se lleva la producción a otro lugar, los costes de personal son, dice, excesivamente altos, y eso no les permite ser competitivos.

Comparecencia del sindicato agrario. El sector primario está bajo mínimos, las ventas no llegan ni para cubrir los gastos. Nuestros asociados no pueden competir con la masiva producción de Marruecos.

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