Maite SOROA | msoroa@gara.net
La mala baba termina traicionándoles
La adhesión del Colectivo de Presos Políticos vascos al Acuerdo de Gernika, que casi todo el mundo ha reconocido que significa una aportación a las soluciones y la paz, al facherío mediático no sólo no le gusta, sino que le parece todo lo contrario que a la mayoría. Es comprensible, ya que en una situación plenamente democrática y de paz, muchos de ellos se tendrían que dedicar a otra cosa.
Javier G. Ferrari, en «La Razón», arremetía ayer contra Rubalcaba y Zapatero por sus declaraciones sobre la decisión de los presos vascos y se congratulaba de que Conde Pumpido «se haya desmarcado tildando de vergonzoso e intolerable que los asesinos encarcelados condicionen mantener las pistolas y la goma-2 en los zulos a cambio de una amnistía que haga bueno el borrón y cuenta nueva». No se ha enterado de que después de esas declaraciones el fiscal general del Estado se comió sus palabras y dijo que estaba de acuerdo con la valoración de Zapatero. Y lo que es vergonzoso es que haya 700 prisioneros a los que se les aplica una política penitenciaria vengativa de excepción mientras los «otros violentos», los que para González Ferrari no existen, en unos casos hayan pasado de refilón y en otros ni siquiera la hayan pisado la cárcel. Para ésos no es necesaria amnistía alguna, pues cuentan con la impunidad.
Sin embargo, el columnista ve la impunidad en otro sitio: «una infamia es ver a los de Bildu cobrando de un Estado que quieren destruir y mostrando con el descaro que ofrece la impunidad concedida por el Constitucional de don Pascual Sala, su complicidad absoluta con ETA». Servidora piensa que algo habrán tenido que ver los votos de miles de vascas (y vascos, claro), y que los electos y electas de Bildu tienen el mismo derecho a cobrar por su labor que los amigos de Ferrari que, por cierto, siempre tienden a subirse los sueldos, al contrario que aquellos. Al final, el periodista muestra su verdadera preocupación. No le parece bien que Martin Garitano sea diputado general de Gipuzkoa, entre otras cosas porque «hoy por hoy, este individuo tiene 800 millones de euros para gastar en actos vergonzosos y en propaganda etarra». Aún no se ha dado cuenta de que esos 800 millones, o los que sean, no son de Garitano, sino de las guipuzcoanas y guipuzcoanos. La mala baba les traiciona.