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ANALISIS | INTEGRACIÓN DE LAS CAJAS VASCAS EN KUTXA BANK

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El autor reflexiona sobre la integración de las cajas vascas en Kutxa Bank y lleva el debate sobre la oportunidad y si esa opción era la mejor o la única, como el presidente de Kutxa, Xabier Iturbe explicó en la asamblea que ratificó la integración.

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Isidro ESNAOLA Economista

Bastantes personas me ha preguntado mi opinión sobre el acuerdo de fusión de las cajas firmado por Bildu. Me ha parecido que en esas preguntas había cierto desasosiego por el futuro de las cajas y algo de confusión entre la gente por un cambio entre un discurso y un acuerdo que se antoja algo brusco.

El motivo seguramente está en la utilización reiterada durante estos últimos años de ciertas palabras en la discusión social y política que acaban convirtiéndose en banderas, y en consecuencia, terminan perdiendo su contenido original y adoptando otro relacionado con una posición en esa lucha social y política. Ese es el caso, por ejemplo, de la palabra «bancarización». Si en un principio se refería a la denuncia de unas prácticas por parte de las cajas de ahorros a la hora de dar créditos, cobrar comisiones, ofrecer servicios y demás, similares a las de los bancos, batalla que por cierto se perdió hace mucho tiempo («A por las cajas», GARA 2010/IV/11), en la actualidad era sinónimo de mantener la actividad financiera de las cajas sin cambiar la forma jurídica. Y claro, tras el acuerdo, las cajas dejan de gestionar la actividad financiera y se convierten en poseedoras de un banco con lo que el cambio de forma es evidente creando la lógica confusión. La fusión de hecho no altera el actual estado de las cosas: las cajas ya funcionaban como bancos y ahora tres de ellas van a tener un banco en común. En ese aspecto, me parece que cambia la forma jurídica, pero poco más.

Otro tanto ocurre con la obra social. Los bancos privados también tienen su obra social en la que invierten de acuerdo con la identificación que quieren imprimir a su marca corporativa. En vez de poner anuncios en prensa, gastan el dinero en otras cosas que aporta cierto valor a la marca. El banco Santander, por ejemplo, tiene un programa de colaboración con universidades y un programa de becas. Y las cajas en este sentido han hecho lo mismo. Más interesante hubiera sido que hubieran dedicado, por ejemplo, parte del dinero destinado a obra social a elevar la cultura financiera de la ciudadanía con lo que probablemente mucha gente hubiera evitado los ruinosos préstamos en los que se ha metido. Nunca es tarde, pero ya se sabe que a los magos no les gusta enseñar sus trucos.

A todo ello hay que añadir que ciertas reivindicaciones de la izquierda de este país que han caído en el olvido durante los últimos años de ofensiva liberal, por ejemplo, la de crear un Banco Público Vasco. Probablemente la pérdida de memoria sea un problema de las sociedades que envejecen, como la nuestra o, quizás, el resultado del exceso de información que soportamos. En cualquier caso, ahora resulta que ahora tenemos un banco público, y sin embargo, no parece que estemos muy conformes. Ningún acuerdo garantiza nada en si mismo, son las fuerzas sociales y políticas en eso que ahora se llama la batalla de las ideas, las que determinan la dirección de los cambios que se producen en las instituciones económicas y sociales. Y si algo hace ese acuerdo es trasladar la discusión de los temas importantes a la asambleas de las cajas, por ahora accionistas únicos del nuevo banco. Si tenemos un banco público, discutamos sobre el papel que debe desempeñar ese banco en la construcción de este país porque, al fin y al cabo, los vacíos acaban llenándose; y si el debate no lo hacen las fuerzas soberanistas y de izquierdas de este país, otros lo harán. Es más, desde el día en el que se dio a conocer el acuerdo ya están apuntando los términos en los que ha de darse esa discusión.

El editorial de un periódico de Gipuzkoa ya apuntaba al día siguiente que a partir de ahora «Kutxa Bank debe regirse por criterios financieros» y más adelante volvía sobre la idea diciendo «criterios económicos y profesionales». Y así ha sido hasta ahora y sin embargo, eso no impidió que Kutxa, por ejemplo, se embarcara en dudosas operaciones especulativas en la costa mediterránea que abandonó precipitadamente cuando empezaron las detenciones de implicados en diferentes tramas de corrupción urbanística o la aventura de Banco Madrid que ha terminado con su venta hace poco. Desde criterios «financieros», «económicos» o «profesionales» seguramente estarán perfectamente justificadas todas esas operaciones, a fin de cuentas, no iba hacer Kutxa el tonto mientras el resto del sector ganaba dinero a espuertas con la especulación inmobiliaria.

Detrás de esos criterios financieros o económicos, al fin y a la postre, técnicos, se esconden los verdaderamente importantes: los criterios sociales y políticos que son los que explican por qué la Kutxa prefirió dedicarse a ganar dinero en un entorno especulativo a financiar proyectos con contenido social aqui. Este empeño por desactivar el debate social en torno a la función social de las cajas no es nuevo. Todavía recuerdo la felicitación del año 2003 que repartió Kutxa en la que se podía leer la siguiente frase: «Que la Ciencia y la Tecnología nos ayuden a hacer un mundo mejor». Así, con mayúscula, para que no quede duda de que la ciencia y la tecnología están un peldaño por encima de la comprensión del común de los mortales En cuanto al contenido de la felicitación, la ciencia y la tecnología pueden hacer la vida en el mundo más fácil o cómoda, pero lo que es seguro es que no lo hacen mejor; para eso se necesita de acciones de personas que siempre se sustentan en ciertos valores morales y criterios éticos. Pero es materia de discusión social y política constante y siempre han preferido evitarlo.

Y así siguen. El presidente de Kutxa dijo al final de la asamblea que la fusión no sólo era la mejor opción, sino que también era la única. Si es la única no hay otra con la que se pueda comparar para decidir si es la mejor y por lo tanto no puede ser la mejor, será solamente la única. Si es la mejor, es que había otras opciones y eso lleva a una discusión y una valoración sobre cuál es la mejor que no se puede hacer con la ciencia y la tecnología, sino con criterios sociales y esto se lo que se quiere evitar. Siempre hay más de una opción y la decisión por una u otra siempre será motivo de debate social que será necesario ir ganando para que la actividad financiera del nuevo banco tenga un contenido social.

Las intenciones que se intuyen no son nada tranquilizadoras. Sobre la dirección que se le quiere dar al nuevo banco público reveladoras son las palabras del presidente de Adegi en una entrevista: «Esto es como la liga de fútbol (...) Nosotros, nuestras empresas, necesitamos estar en la Champions». Siguiendo con el símil del fútbol, aquí todos conocemos la historia reciente de la Real Sociedad que también intentó jugar la Champions, se volvieron locos fichando a diestro y siniestro, y al final el club acabó en bancarrota y no sólo no jugó en la Champions sino que terminó bajando de categoría. Este es un país pequeño que tiene unos recursos acordes con su tamaño. Las metas que nos tenemos que plantear no están fuera, sino dentro; utilicemos nuestros recursos para mejorar nuestro entorno y nuestra economía. Siguiendo con el símil del fútbol apostemos por la cantera, por que todo el mundo que quiera tenga posibilidad de jugar a fútbol. Y si algún día, alguna empresa de este país juega la Champions que sea porque el director de una pequeña sucursal de un banco público llamado Kutxa Bank creyó en la idea de unos chavales y financió su desarrollo sin pedirles unos avales que no tenían y no podían presentar. Entonces sí jugaremos la Champions.

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