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«Aún somos parte de la misma lucha y seguiremos hasta el objetivo final»

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Pat Sheehan
Ex preso político irlandés y diputado en stormont

Hoy hace 55 años que el último preso republicano irlandés en huelga de hambre, Pat Sheenan, dejó una protesta histórica por el reconocimiento de su carácter de prisioneros políticos que costó la vida a diez de ellos. Hoy Sheehan es diputado en Stormont y asegura que «no es el final del camino».

Iñaki IRIGOIEN | BELFAST

El 3 de Octubre de 1981 se dio por finalizada la huelga de hambre de los presos políticos irlandeses. Tras diez muertos y varios presos a las puertas de la muerte, habían logrado llevar la realidad de la situación del conflicto entre Irlanda y el Gobierno británico hasta las pantallas de todo el mundo. El intento por parte de la entonces primera ministra británica, Margaret Thatcher, de presentar a los presos políticos irlandeses como criminales había fracasado, pero el coste había sido muy alto. Pat Sheehan fue el último en abandonar la huelga de hambre y hoy es el representante del oeste de Belfast en la asamblea de Stormont ocupando el puesto que anteriormente ocupaba Gerry Adams.

¿Cómo recuerda 1981?

1981 fue un año muy duro. Yo tomé parte en la «protesta de la manta» y tuve que soportar la brutalidad que conllevaba. Me uní a la huelga de hambre en agosto y el 3 de octubre, tras 55 días, cuando estaba a punto de morir, la protesta fue desconvocada. Por tanto, mi recuerdo de 1981 es de brutalidad, tortura, degradación y privación, y finalmente el de las muertes en los Bloques H. Aun así, por encima de todo eso, nunca olvidaré el heroísmo y el afán de sacrificio por los demás de los diez camaradas cuyo sacrificio se convirtió en la inspiración, no solo para miles de hombres y mujeres irlandeses, sino para muchos otros en todo el mundo

¿Cómo se tomó la decisión por parte de los presos de iniciar la huelga de hambre?

La protesta en las cárceles se había iniciado en 1976 y nosotros creíamos que debíamos hacer algo para avanzarla. Tuvimos debates y discusiones sobre cómo continuar y la huelga de hambre era siempre una opción, si bien era la última opción. Hay una larga historia y tradición de huelgas de hambre entre los presos políticos republicanos irlandeses desde inicios del siglo pasado, y eso fue algo que, evidentemente, tuvo influencia en el debate. Ahora bien, la decisión final se tomó porque sentíamos que no teníamos otra alternativa. El Gobierno británico creía que si podía derrotar a los presos forzándoles a aceptar su condición de criminales, eso tendría un efecto devastador y desmoralizador en la campaña del IRA. Por lo tanto nosotros nos veíamos como la primera línea de la lucha e íbamos a hacer lo que fuera necesario para mantener la integridad de la lucha.

Para cuando se desconvocó la protesta habían muerto diez compañeros, ¿Mereció la pena?

Sólo podré decir que mereció la pena cuando hayamos logrado una república irlandesa independiente y unificada. La lucha por ese ideal no acabó ni con la huelga de hambre ni con el fin de la lucha armada. De hecho muchos de los que tomamos parte directa en la campaña militar y en la huelga de hambre seguimos participando la lucha. Bajo nuestro punto de vista es todavía la misma lucha, tan sólo han cambiado las tácticas.

¿Cree que la huelga de hambre marcó un antes y un después en la lucha por una Irlanda unida?

Sin lugar a dudas la huelga de hambre fue un momento clave que conllevó la politización de nuestras bases y la internacionalización de nuestra lucha. El Gobierno británico no podía, a partir de ese momento, presentar el conflicto como un asunto de naturaleza criminal que debía ser solucionado internamente. Por lo tanto los intentos de acabar con la lucha por medio de la criminalización de los presos tuvo un efecto contraproducente y de hecho tuvo el efecto de imbuir nuevas energías y fuerza a la lucha.

¿Qué consecuencias tuvo la huelga de hambre en el posterior desarrollo político del movimiento republicano?

Mucha gente no se percata de que antes de 1981 Sinn Féin no se presentaba a las elecciones en los condados del norte. Era así por diversas razones históricas y políticas, pero lo podríamos resumir en el hecho de que la mayoría de los republicanos consideraban que no había nada positivo que obtener por el hecho de presentarse. Pero cuando se presentó la oportunidad de disputar un escaño al Parlamento británico en abril de 1981 el movimiento republicano decidió presentar a Bobby Sands, cuya elección puso en evidencia al Gobierno británico. De hecho el resultado fue noticia de primera página por todo el mundo y supuso el desenmascaramiento de la política de criminalización. Los republicanos vieron el impacto que la victoria había tenido y cuando la dirección presentó una estrategia en la que las contiendas electorales suponían un elemento más de la lucha hubo muy poca oposición en el seno del movimiento.

Algunas veces el proceso de paz irlandés es vendido fuera de Irlanda como una decisión unilateral del movimiento republicano de finalizar su lucha y adoptar vías «democráticas», como si hubieran tenido una epifanía que les permitió ver la luz. Y que es algo que otros movimientos de liberación deberían copiar. ¿Qué les diría a los que hacen esa interpretación?

La lucha armada era sólo una táctica para nosotros y cualquier movimiento de liberación debería verlo de la misma manera. Las condiciones objetivas de cualquier lucha de liberación pueden cambiar y un movimiento de liberación debe estar listo para aprovechar las oportunidades que se le presentan. Eso no será posible si una táctica en particular es elevada a la condición de principio inamovible. La lucha armada es a veces la táctica de liberación a la que los enemigos encuentran más fácil enfrentarse. En el caso irlandés nos encontrábamos en una situación de empate militar que sólo se podía romper a través de un cambio de táctica. Necesitábamos crear a una nueva dinámica y lo logramos finalizando la campaña armada. Ahora bien, no damos lecciones a otros movimientos de las tácticas que deben usar, eso es algo que ellos deben decidir.

¿Qué importancia tuvo que los presos tuvieran voz propia dentro del proceso político irlandés y cuál fue la importancia de esa voz dentro del proceso?

Durante el proceso de paz y en las negociaciones era un imperativo de carácter estratégico mantener la unidad de todas las partes que forman parte de nuestro movimiento y sus bases. Los presos eran evidentemente una parte importante, pero también lo era el IRA, Sinn Féin, las familias de nuestros patriotas muertos, la gente que ayudaba al IRA y la gente que nos votaba. Si cualquiera de estos grupos se hubiera opuesto a la estrategia de paz hubiera supuesto un gran problema para la dirección. Por lo tanto la opinión de los presos tuvo una gran importancia en el proceso pero no más que la voz de otros miembros del movimiento.

¿Se podría haber avanzado en el proceso político irlandés sin la participación de los presos?

No.

En 30 años ha pasado de estar a las puertas de la muerte en una celda a ser miembro de la asamblea de Stormont. ¿Cuándo se dio cuenta de que las cosas comenzaban a cambiar?

Tuve constancia de que las cosas habían cambiado cuando regresé a los Bloques H por segunda vez en 1989. Tras la huelga de hambre de 1981 no habíamos logrado todas nuestras demandas y los años 80 dentro de las cárceles se caracterizaron por la lucha constate por lograr las demandas pendientes. Para el final de la década los británicos habían accedido a todas nuestras demandas y por primera vez yo tuve la experiencia de una cárcel sin tensión. Los británicos estaban negociando directamente con las estructuras de dirección de los presos sobre los temas de la cárcel y mi opinión era que no podía tardar mucho antes de que algo similar se produjera en el exterior en temas políticos. Cuando recuperé mi libertad en 1998 me chocó el ambiente de confianza entre nuestros jóvenes, no contemplan la idea de ser ciudadanos de segunda clase. Hay una sensación de energía y entusiasmo que nunca será encadenado o encarcelado y que nos llevará hacia una Irlanda unida.

Todavía hay gente dentro de la comunidad nacionalista irlandesa que ve participar en la asamblea de Stormont como una traición hacia aquellos que murieron en 1981.

Si el tomar parte en la asamblea de Stormont fuera el final del camino, el final de la lucha, entonces estaría de acuerdo con que es una traición. Ahora bien, es evidente para todos aquellos que quieran verlo que la estrategia para una Irlanda unida está cogiendo fuerza. Como muchos otros de mis compañeros en Stormont yo he pasado toda mi vida implicado la lucha. Todavía somos parte de esa misma lucha y continuaremos hasta alcanzar nuestro objetivo final.

 

 

GAIA

«Muchos de los que tomamos parte en la campaña militar y en la huelga de hambre seguimos participando en la lucha. Todavía es la misma lucha, tan sólo han cambiado las tácticas»

lucha armada

«La lucha armada es, a veces, la táctica de liberación a la que los enemigos encuentran más fácil enfrentarse. Necesitábamos crear una nueva dinámica y lo logramos finalizando la campaña militar»

Los presos

«Sin la participación de los presos no se podría haber avanzado en el proceso político irlandés. La opinión de los presos tuvo una gran importancia pero no más que la voz de otros miembros del movimiento»

«Una Irlanda unida está más cerca que nunca»

Es cierto que la asamblea de Stormont tiene unos poderes políticos muy limitados, ¿Cómo de frustrante resulta para los republicanos el intentar trabajar dentro de esos parámetros?

Frustración es un lujo que los revolucionarios no se pueden permitir. Nuestro objetivo es traer el cambio y mejorar las condiciones de vida de la gente y somos conscientes de que no es fácil. Entusiasmo excesivo o estancamiento no son opciones posibles para nosotros. Debemos seguir avanzando independientemente de las dificultades u obstáculos que encontremos en el camino.

¿Sinceramente cree que una Irlanda unida es a día de hoy un objetivo más cercano que en cualquier otro momento desde la división política de la isla?

Si, una Irlanda unida está más cerca que nunca. Hoy h ay más republicanos en Irlanda que en cualquier tiempo pasado desde la partición, y nuestra fuerza electoral va en aumento. Tenemos un partido que conjuga juventud y experiencia. Nuestro mensaje está calando y la lógica de nuestros argumentos no puede ser discutida. Creo firmemente que hay un empuje irreversible hacia una nueva república.

¿Está convencido de que «Tiocfaidh ár lá» («Nuestro día llegará» lema del habitual del movimiento republicano irlandés), que el día del movimiento republicano irlandés está por llegar?

Nuestro día llegará, no tengo la menor duda. I.I.