CRíTICA cine
«Son of Babylon» El espejismo de los jardines colgantes
Mikel INSAUSTI
Este no es un estreno cualquiera, ya que se trata de la primera película iraquí que llega a nuestras salas. Es el segundo largometraje de ficción realizado por Mohamed Al-Daradji, y tan sólo el tercero producido en el país desde el 2003. Hasta ahora habíamos sabido del problema kurdo en la zona a través del cine de sus vecinos iraníes, con Bahman Ghobadi a la cabeza, pero nunca antes desde el lado de Iraq. Así que “Son of Babylon” puede sorprender mucho al espectador occidental que carece de referencias previas para ponerse en situación, habida cuenta de que no tiene nada que ver con la visión que ha dado Hollywood de la invasión de Iraq. Mohamed Al-Daradji habla del sufrimiento de su pueblo en primera persona, y ese dolor nace de la persecución a los kurdos durante el régimen de Saddam Hussein. Por tanto los tiros van contra el partido Baas que estuvo en el poder, sin salirse nunca de la cuestión interna y de las cuentas pendientes con el pasado. La narración se centra en consecuencia en la búsqueda de desaparecidos por parte de sus familiares directos, tanto en las cárceles como en las fosas comunes, al margen de la intervención y control yanquis.
Viendo “Son of Babylon” es difícil hablar en términos de reconstrucción o de conciliación, tal como lo hace la prensa. De momento lo que la película muestra son familias rotas, así como el trágico peregrinaje de las mujeres anónimas totalmente cubiertas que buscan desesperadamente a sus maridos, hijos o nietos. Entre ellas se encuentra la abuela, que en compañía de un niño de doce años, emprende un largo viaje de Norte a Sur desde las montañas del Kurdistán hasta la prisión de Nasiriyah, cruzando la Bagdad saqueada y el desierto babilónico. El pequeño Yasser Talib no tarda en erigirse en absoluto protagonista, al reflejar la dura resistencia de la infancia iraquí como básica esperanza de supervivencia. Su ilusión se mantiene viva gracias a la única posesión de una flauta, el recuerdo que le une simbólicamente a su padre.