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«Los vascos me transmiten `jondura'. Cada vez que vengo, me tengo que reiniciar»

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Israel Galván | bailaor

Israel Galván de los Reyes, (Sevilla 1973) es hijo y hermano de bailaores. Premio Nacional de Danza 2005 en la modalidad de Creación, concedido por el Ministerio de Cultura, por su aportación de nuevos estilos al flamenco, es, ante todo, un bailaor fiel a sí mismo.

C. VELÁZQUEZ-GAZTELU | BILBO

El bailaor sevillano Israel Galván se ha salido de los cánones que nos tenía acostumbrado. De su puesta en escena arriesgada y sin concesiones, a venir con una inmensa troupe de Jerez de la Frontera para homenajear al recientemente fallecido Fernando Terremoto. Humilde como son los más grandes artistas, en los últimos años se ha consagrado en todo el mundo como una de las figuras más singulares del baile flamenco. Sus espectáculos «Arena» (2004), «La edad de oro» (2005), «Tábula rasa» (2006), «El final de este estado de cosas, redux» (2008) y «La curva» (2011), han revolucionado el flamenco contemporáneo.

La última vez que estuvo en el Euskalduna con la «Edad de Oro» echamos en falta el aurresku que tan bien baila...

Realmente sí lo bailé, lo que pasa que estaba camuflado, en clave rítmica de Soleá por Bulería. Le pregunté a la gente si se habían dado cuenta, pero la verdad que la respuesta fue negativa.

¿Conoce la propuesta de la compañía Kukai? ¿Qué le parece...?

Si, hombre, valoro mucho su trabajo y conozco a Jon Maya. Además me han propuesto hacer algo juntos. A ver si con el tiempo... Uno de los artistas vascos que también tengo muy en cuenta es el ya desaparecido Mikel Laboa. Hace tiempo le monté un espectáculo a mi hermana (Pastora Galván) que llevaba música del artista guipuzcoano.

¿Cuál podría ser el punto de unión entre propuestas hechas aquí en Euskal Herria, como precisamente los antes mencionados Kukai, e Israel Galván?

La tradición nos une. Yo creo que es importante para el arte en general y para el baile en concreto que se mantenga la tradición que cada uno haya mamado. Porque hoy en día y en los tiempos que corren, cada vez vemos más propuestas que no se saben cuáles son sus raíces. Vaya, que estoy de acuerdo que se haga, pero veo importante que se mantenga su parte atávica, siempre que sea con un espíritu vivo y vaya más allá.

¿Lo de realizar colaboraciones tan eclécticas y con formatos tan arriesgados, es una necesidad vital o se ha transformado en una exigencia del mercado?

Siempre parto en mis colaboraciones, a poder ser, de artistas de primera línea. A pesar de las dificultades de agenda, siempre quiero llegar al límite, casi a la perfección y eso te lo dan los grandes.

¿Busca en el público con este tipo de formato algún tipo de reacción? o, dicho de otra manera, ¿busca que la afición flamenca abra horizontes?

Bueno, yo la verdad que no tengo un plan predeterminado. El plan mío es disfrutar con lo que hago. Desde hace un tiempo para acá el público está acostumbrado que cada artista tenga su sello, su propio mundo, su propio lenguaje. Además, existen muchos tipos de flamenco dentro del propio flamenco. Por tanto, la forma mía de bailar es irme sorprendiendo a mí mismo y evidentemente esto al público le da ingredientes nuevos.

¿Qué es para usted la evolución, que no la revolución, en la tradición flamenca?

La evolución viene del individuo. Cada artista que interpreta un cante, que además tenga personalidad, abre una ventana. Podemos hablar de Enrique Morente, quien creó su estilo personal e intransferible, no de una forma artificial, ni por exigencias del guión.

Se puede decir que conoce bien al público vasco. ¿Qué opinión le merece?

Los vascos me transmiten `jondura' y me da la impresión que demandan flamenco sencillo, que vaya al grano y de verdad. Cada vez que vengo por estas tierras me tengo que reiniciar y remeter como bailaor.

«Necesito revivir, reinventarme»

¿Qué es para Israel buscar otros estados corporales distintos dentro del flamenco?

Es como revivir, como reinventarse. Respeto a los artistas que mantienen su estilo y que son fieles a ello, pero yo necesito cambiar técnicamente, como ponerme en otros cuerpos y eso me hace vivir. Es la chispa que me enciende. Por eso los espectáculos que hago son tan diferentes. Es la manera de sentirme vivo.

Los objetos o atrezzos que introduce en cada uno de sus espectáculos: la mecedora, el ataúd... son una parte importante de su propuesta. ¿Cómo llega hasta ellos?

Se puede decir que aún estoy en la etapa del baile en solitario; entonces, en los objetos he encontrado como una pareja perfecta para el baile, porque hasta ahora yo no me veía relacionándome con otros bailaores/as. Mi baile en el flamenco lo concebía como algo muy individual, ya que yo soy un poco arisco al contacto con la persona en el escenario. Aparte de sacarle música al propio objeto, el discurso entre objeto-bailaor es algo que cae por su propio peso.

Lo que hace usted, ¿lo ve como una progresión natural del flamenco?

Claro, yo no podría hacerlo de otra manera. Yo no soy bailarín de contemporáneo, soy bailaor. Me siento importante siendo bailaor. Soy consciente que hay bailarines en el mundo mucho mejores que yo, pero se podría decir que yo donde puedo aportar y me siento más cómodo es en el flamenco. Eso sí, me doy toda la libertad. C.V.-G.

 
PROYECTOS

«Kukai me ha propuesto hacer algo juntos. A ver si con el tiempo... Uno de los artistas vascos que también tengo muy en cuenta es el ya desaparecido Mikel Laboa»

SORPRENDER

«Yo la verdad que no tengo un plan predeterminado. El plan mío es disfrutar con lo que hago. La forma mía de bailar es irme sorprendiendo a mí mismo y evidentemente esto al público le da ingredientes nuevos»

 
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