Raimundo Fitero
Malas noticias
Se acumulan las desilusiones. La Fox ha decidido cargarse a »Los Simpson». Después de veinticuatro temporadas, la cadena ha decidido suspenderla. Dicen que uno de los motivos es la huelga de los dobladores en USA, pero probablemente es una decisión que tiene bastante más calado y en la que no deben olvidarse los asuntos ideológicos y los técnicos. Los primeros porque se trata de una cadena, la Fox, que forma parte central del Tea Party, es decir de la parte más de extrema derecha, de la derecha norteamericana del partido republicano. La cuestión técnica es que probablemente sean unos personajes algo agotados, que es muy difícil seguir alimentando de historias potentes a los habitantes de Springfield, esa cuadrilla de descerebrados, divertidos, indecorosos y políticamente incorrectos.
Y esta incorrección, mirada la serie con perspectiva, aunque muchos la aplaudan porque entiendan como una crítica corrosiva del sistema actual, esa corrosión está dirigida a crear espacios ideológicos confusos, a admitir actitudes xenófobas, defensas de la energía atómica y otros asuntos que si no se tienen las defensas propias bien preparadas te pueden llevar al convencimiento. Es, por tanto, una serie no blanca, lo que aplaudimos, pero peligrosa para quienes no sepan diferenciar las cuestiones planteadas.
Este parón lo notará el programador de Antena 3 ya que ha sido durante varias décadas su serie talismán, su granero de audiencias, la oferta de máxima fidelidad. Pero como ya nos tienen acostumbrados a las redifusiones, se calcula que podrán ser otras veinticuatro temporadas las que podremos ver en todos sus canales de la TDT a estos feroces antisociales. Ahora que nos llega esta noticia, me recuerda que es una serie a la que tengo abandonada. Si hace una década, por ejemplo, era uno de esos lugares televisivos en los que uno se podía caer sabiendo que estaba asegurada la diversión, el fogonazo, la crítica borde, últimamente no acababa de engancharme. Estos personajes de dibujos animados para adultos son mejor acogidos por los segmentos de audiencia más jóvenes que se pueden enganchar a las burradas de sus protagonistas.