Con la mejor entrada en mucho tiempo -muchos se preguntaron dónde habían estado todos estos años-, el Deportivo albergó ayer su último festival, una velada que mezcló el homenaje, la añoranza de tiempos pasados y la incertidumbre por el futuro de una especialidad que comienza una nueva etapa, con nuevo escenario y nuevos gestores, pero las mismas limitaciones y problemas de las últimas décadas, en el que la crisis y el peligro de extinción han sido una constante.

Lejos de aquellos años dorados con funciones todos los días, llenazos y hasta 23 corredores de apuestas, el Deportivo, heredero los dos frontones del Euskalduna, ha venido siendo en los últimos años una especie de reserva de la considerada modalidad más difícil de la pelota, que ayer fue cerrada para abrir una nueva en Miribilla. Pero lo que la pala afronta a partir de ahora es mucho más que un simple cambio de escenario. Al margen de añoranzas, Bilbo se quedará en breve sin su único frontón largo y existen serias dudas de que la modalidad del leño pueda adaptarse a su nuevo hábitat, un Bizkaia muy moderno y relumbrante, pero con una cancha de 38 metros que puede terminar con la esencia de este deporte: velocidad, fuerza y complejidad técnica.

El Torneo de Aste Nagusia disputado en Miribilla fue la primera prueba de lo que viene a partir de ahora, y no fueron pocos los que no quedaron plenamente satisfechos, debido a que la adecuación del material a la nueva distancia restó «gracia» a los partidos. «Pasa como con el fútbol 7, se juega con el pie, hay un balón y dos porterías, pero no es fútbol, es otra cosa», recalcó un ex palista profesional tras presenciar uno de los primeros festivales en el Bizkaia.

Distintas versiones

Como todo en esta vida, los hay más y menos optimistas respecto al futuro de la especialidad lejos del Deportivo. El ex puntista Juan Ignacio Zulaika es uno de los más apocalípticos y en uno de los siempre interesantes posts de su www.txik-txak.com, sentencia que «señoras y señores, les comunicamos que la pala, la dificultad hecha juego, ha muerto. No, rectifico, señoras y señores, la pala, la dificultad hecha juego, hace tiempo que murió. Su cadáver, lo que quedaba de él, estuvo expuesto en la morgue del Deportivo, en el templo ubicado en la Alameda de Rekalde». Más adelante pronostica que, «ahora, otros rectores o los mismos, no lo sé, se llevan lo que queda a Miribilla, en fase terminal, a una cancha corta. La pala exterminada. Ocurrió con el juego a largo, después con el rebote, ahora, o hace un tiempo, le ha tocado a la pala. ¿A quién le toca después?», se pregunta.

Jesús Azurmendi, expalista, profesor de la escuela de pala, historiador de la modalidad con varios libros escritos e impulsor del festival de despedida de ayer, tampoco las tiene todas consigo. «El juego de pala no muere como tal con el traslado a un frontón corto, pero lo que sí desaparece es la esencia de la modalidad. La grandiosidad de este juego solamente se desarrolla en su totalidad en un frontón largo. La pegada, la velocidad de la pelota -al jugarse en dimensiones pequeñas la pelota es infinitamente más suave, menos brava-, el gran pelotazo y hasta el mismo saque es patrimonio del frontón largo. En uno corto todo es mucho más menguado. La dificultad del juego, al jugar más cerca del frontis, también es mucho menor en una cancha corta, el juego es muchísimo más fácil..., es decir, que toda la idiosincrasia del juego desaparece», señaló a GARA.

«Sobre el futuro es difícil adivinar, pero seamos lógicos: el frontón Miribilla está lejos de cualquier lugar, el cuadro de palistas es en la actualidad de 18, la empresa tiene la obligación de programar 40 festivales anuales, menos de uno a la semana, que es muy poco, el público cada vez acude menos a los frontones, la crisis es extrema..., ¿qué puedo opinar? Si lo hago con el corazón: te diría que van a triunfar, que dentro de cinco años habrá un nuevo frontón largo en Bilbo, que se jugará en diferentes lugares de Euskadi, que se construirán canchas en ciudades como Madrid y Barcelona y que habrá un cuadro de 60 palistas en activo. Si te hablo con la cabeza: soy pesimista, y sólo deseo que la nueva empresa haga algo especial, que haya nuevo público y que acuda a ver ese juego, que no será pala, pero que igual les gusta más», vaticinó.

Ahora será Custom Sport, empresa ligada a Asegarce, la que guiará el destino de la pala en Miribilla, donde no jugarán dos ilustres como Javi Iriondo e Iñigo Urkia, que recibieron ayer el homenaje del Deportivo, donde ambos debutaron. El zarauztarra Mikel Ayerbe, que jugó y ganó el estelar de ayer, es uno de los que seguirá, y puso el contrapunto positivo. «Estamos con ilusión, es un proyecto nuevo, frontón nuevo, empresa nueva... La gente está con ilusión y a ver si entre todos podemos darle un empujón a esto. No será fácil, pero pondremos ilusión y trabajo y a ver si llega todo lo demás».