El presidente sirio, Bashar Al Assad, señaló ayer directamente a Turquía y le acusó de enviar armas a la oposición en un momento en el que la tensión crece en el país árabe, donde cada vez se escuchan más voces que alertan sobre la posibilidad de una guerra civil. Mientras los combates se recrudecen en el interior del país, el régimen ha cerrado las puertas a una investigación de la ONU, que pretendía estudiar las posibles violaciones de los derechos humanos cometidas por los uniformados. No obstante, Damasco mantiene sus apoyos. Entre ellos Rusia, cuyo presidente, Dimitri Medvédev, insistió en que no avalará resoluciones que busquen cambios de regímenes.

«Turquía no pudo enmendar la Constitución en 30 años pero quiere que estabilicemos la democracia (en Siria) en tres meses. Me piden que abandone el poder y que me vaya. Convocaré elecciones generales y respetaré los resultados. Ya veréis cómo los que causan disturbios no tendrán apoyo popular y lograré la mayoría de los votos», aseguró Al Assad tras reunirse en Damasco con una delegación del Partido Republicano del Pueblo, la oposición turca. Según el diario «Cumhüriyet», que citaba la conversación, el líder sirio habría acusado al primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, de amparar a los Hermanos Musulmanes.

«Deploramos que Turquía se comporte como un protector de los Hermanos Musulmanes», comentó Al Assad, tras afirmar que un gran número de armas turcas habían sido halladas en manos de militantes sirios. «Siria es el único Estado árabe secular y no toleraré un Estado islamista de la sharia», aseveró.

1.100 policías muertos

La acusación contra Turquía no fue la única que pronunciaron ayer los mandatarios sirios. El viceministro de Asuntos Exteriores, Faisal Mekdad, acusó a «países vecinos» de armar a los grupos que ya combaten en algunas zonas del país. Según Mekdad, estos insurgentes han provocado la muerte de más de 1.100 miembros de la policía y el Ejército. «Las fuerzas de seguridad se han convertido en mártires. Más de 1.100 han sido asesinados por terroristas, a quienes les han suministrado armas nuestros países vecinos«, aseguró el viceministro frente al Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Sin embargo, seguirá siendo imposible contrastar estas cifras o las más de 2.700 persoans que, según la ONU, habrían perdido la vida durante la represión de las manifestaciones. Damasco insistió ayer en que no permitirá que funcionarios de la institución internacional visiten el país para elaborar un informe. Según señaló Mekdad, esta visita solo se permitirá cuando cesen las hostilidades.

El viceministro sirio convirtió su paso por el Examen Periódico Universal (un ejercicio al que se someten todos los estados miembros de la ONU para hacer un repaso cuatrienal sobre la situación de derechos humanos) en un alegato contra la «conspiración internacional» que, a su juicio, está desestabilizando el país. «Las fuerzas de seguridad han evitado disparar contra grupos para evitar la muerte de civiles inocentes», defendió Mekdad, que calificó las manifestaciones opositoras de «ataques criminales contra la nación y el pueblo por parte de grupos terroristas».

Brigadas armadas

El representante sirio contó con el apoyo del llamado «grupo de países amigos (Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Rusia), que denuncian el «doble rasero» aplicado por occidente para juzgar a los países en el Consejo de Seguridad. Según denunciaron, este órgano se está convirtiendo en una «herramienta» para que EEUU y sus aliados impongan su agenda a la comunidad internacional.

En este sentido, el primer ministro ruso, Dimitri Medvédev, reiteró que su país seguirá vetando todas las iniciativas que busquen derrocar regímenes, tal y como hizo esta misma semana, impidiendo, junto con China, que se aprobase una resolución de condena por la represión en Siria. Sin embargo, el mandatario ruso también mandó un recado a sus socios en Damasco, advirtiéndoles de que si no son capaces de llevar adelante las reformas prometidas tendrán que dimitir.

En este contexto, los enfrentamientos de ayer se cobraron ocho víctimas. Aunque la violencia podría incrementarse. El coronel Riad Al Assad, un desertor del Ejército, advirtió ayer desde Turquía que se está preparando un golpe de Estado y que Al Assad «no caerá sin una guerra» y que soldados rebeldes están formando brigadas a lo largo de todo el país, lo que aumenta el riesgo de conflicto.