CRíTICA cine
«Four lions» Ellos mataron a Bin Laden
Mikel INSAUSTI
La generación que se impresiona con “Borat” o con “Jackass” también sucumbe ante “Four Lions”, que es ya el no va más de la provocación. Con un desmañado estilo televisivo de falso directo, basado en las frías imágenes de las cámaras ocultas o de las de videovigilancia, la ópera prima cinematográfica de Christopher Morris se presenta como un artefacto suicida, una bomba humorística que, efectivamente, le estalla en las manos. Tal es su torpeza narrativa, sólo comparable con la propia incompetencia de los cinco activistas islámicos a los que caricaturiza con trazo grueso. Es muy fácil hacer una parodia de la Jihad o de cualquier otro movimiento radical falseando la realidad, toda vez que retrata a los componentes de una célula en Inglaterra como a verdaderos retrasados mentales. Dado que “Four Lions” se rodó antes de la muerte de Bin Laden, se incluye la gracia de que dos de los inútiles del comando en cuestión fueron los que se cargaron por accidente al líder de Al Qaeda durante su estancia en una campo de entrenamiento en Pakistán.
La generación que se impresiona con “Borat” o con “Jackass” también sucumbe ante “Four Lions”, que es ya el no va más de la provocación. Con un desmañado estilo televisivo de falso directo, basado en las frías imágenes de las cámaras ocultas o de las de videovigilancia, la ópera prima cinematográfica de Christopher Morris se presenta como un artefacto suicida, una bomba humorística que, efectivamente, le estalla en las manos. Tal es su torpeza narrativa, sólo comparable con la propia incompetencia de los cinco activistas islámicos a los que caricaturiza con trazo grueso. Es muy fácil hacer una parodia de la Jihad o de cualquier otro movimiento radical falseando la realidad, toda vez que retrata a los componentes de una célula en Inglaterra como a verdaderos retrasados mentales. Dado que “Four Lions” se rodó antes de la muerte de Bin Laden, se incluye la gracia de que dos de los inútiles del comando en cuestión fueron los que se cargaron por accidente al líder de Al Qaeda durante su estancia en una campo de entrenamiento en Pakistán.
Con Chris Morris pasa igual que con tantos otros creadores procedentes del medio televisivo, acostumbrados a trabajar el humor en “sketchs”. “Four Lions” no encuentra nunca una unidad narrativa y la continuidad que demanda una comedia para la gran pantalla. Los gags quedan sueltos y no están conectados entre si, propiciando vacíos de ritmo que contagian el desinterés por el devenir de los protagonistas. Quien esté predispuesto a reírse con las torpezas de los improvisados jihadistas lo hará en secuencias como la de la grabación del video con un fusil AK-47 de juguete, la de la ingesta de las tarjetas SIM de los móviles, la del plan de atentado bajo una falsa autoría contra la mezquita, la de la lectura fanatizada de “El rey león”, la del experimento del cuervo-bomba, la de la autoinmolación junto a un cordero, la del contenedor en territorio egipcio, la de la maratón con disfraces, o la del canto a coro de “Dancing in the Moonlight”.