Jaume Masià | Cirujano, experto en reconstrucción mamaria
«La cirugía ha de conseguir que las mujeres recuperen su calidad de vida»
El doctor Jaume Masià (Tortosa, 1967) es, entre otras cosas, director del Servicio de Cirugía Plástica y Reparadora en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau y director de la Unidad de Reconstrucción Mamaria Avanzada y de Microcirugía de la Clínica Planas, ambas en Barcelona. Es uno de los mayores especialistas internacionales en reconstrucción mamaria; ha realizado más de quinientas operaciones.
Oihane LARRETXEA | DONOSTIA
Es uno de los mayores expertos a nivel mundial en las técnicas DIEP y TBAR; la primera, para reconstruir el pecho tras un cáncer de mama; la segunda, para evitar que se produzca un linfedema con sus consiguientes riesgos. Habla con una sencillez asombrosa y, pese a su amplio conocimiento, también lo hace con humildad. El doctor Jaume Masià ha visitado Donostia de manera fugaz por motivos de trabajo, sin tiempo para paseos con vistas al mar. El motivo de este viaje fue su ponencia en el XXX Congreso de la Sociedad Española de Senología y Patología Mamaria.
Son unos pocos los que practican en mujeres con cáncer de mama la técnica DIEP. ¿En qué consiste exactamente?
Aprovechamos el exceso de tejido graso que hay debajo del ombligo para transplantarlo a nivel del tórax y reconstruir la mama porque es el tejido más parecido a la piel y a la grasa de la mama. Si extraemos, hablando en el lenguaje coloquial, el michelín que nos sobra, podemos reconstruir una mama que va a tener la forma, el tacto y la evolución como una natural. Esa mama engordará en caso de que la mujer aumente de peso, y decrecerá en caso contrario.
Una de las consecuencias del cáncer de mama es el linfedema, otro aspecto que este método ayuda a subsanar.
Lo realmente revolucionario es la Restauración Total de la Anatomía de la Mama (TBAR, por sus siglas en inglés). Cuando sometemos a una paciente a una cirugía, en la mayoría de los casos extraemos el cáncer y a su vez nos llevamos el sistema linfático de la axila. La secuela de lo que hacemos, desde el punto de vista oncológico, es la pérdida del pecho, corriendo un grave riesgo de desarrollar linfedema. Y esta sí que es una secuela realmente invalidante para la mujer, porque causa un aumento del volumen en el brazo con una pérdida de funcionalidad y riesgo de infecciones continuas.
Entonces, ¿son técnicas complementarias?
Efectivamente. Empezamos con el DIEP, con el que resolvimos el problema del volumen de la mama. No obstante, nos quedaba poder restaurar el problema linfático. Por lo tanto, además de reconstruir la mama, transplantamos ganglios vascularizados a nivel de la axila. No sólo eso, sino que también anastomizamos los canales linfáticos; es decir, unimos los canales linfáticos del brazo a esos ganglios que hemos llevado para hacer, literalmente, una restitución.
De ustedes es el mérito de desarrollar la técnica TBAR.
Aunque pueda parecer un poco arrogante decirlo, la descubrimos nosotros. Nació en Barcelona hace un par de años y ahora la están haciendo en Seattle, Houston, poco a poco en Helsinki... Actualmente son alrededor de seis las unidades que lo hacen en todo el mundo.
Con unos métodos tan poco extendidos, ¿qué importancia cobra la divulgación?
Es muy, muy importante. La divulgación de la información en la comunidad de pacientes es parte del éxito porque, si los pacientes piden la excelencia en el tratamiento, hacen que los médicos tengamos que actualizarnos. En un momento como el actual, en el que hay recortes económicos importantísimos, a la Administración no le van bien los tratamientos que suponen un incremento del gasto sanitario, pero tenemos que velar por la calidad de los tratamientos. Tenemos la obligación de ofrecer lo mejor.
Además de hacerlo en clínicas privadas, practican DIEP y TBAR a través de la Seguridad Social, ofreciendo la oportunidad a mujeres que de otra manera no podrían costeárselo.
Sí, claro. La medicina hay que ofrecerla en todos los ámbitos, tanto en el público como en el privado porque todo el mundo tiene derecho a la excelencia en el tratamiento de las enfermedades. Nosotros hacemos esta cirugía en el Hospital Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona.
La decisión de la mujer sobre cómo quiere vivir el proceso, qué tipo de tratamiento prefiere... ¿es uno de los pasos claves?
Por supuesto. En este caso, hacemos una cirugía para mejorar la calidad de vida, un concepto muy importante y que los medios de comunicación deberían comenzar a transmitir.
Durante el siglo XX, la cirugía se basaba únicamente en la recesión del problema pero ahora, en el siglo XXI, la cirugía se basa en la calidad de vida. En la actualidad, el cáncer de mama, gracias a los avances en tratamientos, en diagnóstico precoz... es un cáncer de alta supervivencia, en torno al 85%. Pero esto no basta: tenemos que lograr que el 100% de las mujeres que han padecido un cáncer de mama recuperen la calidad de vida que tenían anteriormente. Para eso, es imprescindible que la cirugía del cáncer de mama esté bajo la tutela de la cirugía plástica.
¿Qué importancia cobra por un lado, la cirugía plástica y, por otro, la ayuda sicológica que la mujer pueda necesitar?
Es fundamental. Cualquier paciente que se enfrente a un cáncer necesita ayuda, una ayuda que pueden buscar en los sicólogos, en la familia... pero está claro que si la cirugía plástica actúa como ha de actuar en un cáncer de mama, minimizamos muchísimo el shock emocional de la mujer ante la secuela del cáncer de mama, que es la que queda después.
Una vez ha pasado por el trauma de la quimioterapia, la caída del cabello, de la radioterapia... todo eso se recupera. Pero queda un tórax asimétrico por la amputación de la mama, o una amputación parcial que provoca la deformidad absoluta de ese pecho, o un linfedema... Esto provoca condicionantes importantes en la vida afectiva, familiar, incluso en la laboral. Hay estudios que demuestran que la ausencia laboral en las pacientes que han tenido cáncer de mama es cuatro veces mayor que el de las mujeres que no lo han sufrido.
Y hablamos del pecho, una parte estrechamente ligada a la identidad de la mujer.
El pecho de la mujer, desde un punto de vista aséptico, puede parecernos una parte del cuerpo de la que se puede prescindir porque, aparentemente, parece que no es tan importante como una mano, pero no es verdad. El pecho es una connotación importante en la feminidad, en la visión corporal propia... y eso repercute en el día a día, como al comprar ropa, ir a la piscina o abrazarte a la pareja.
«El linfedema es una secuela realmente invalidante para la mujer, porque el brazo pierde funcionalidad y hay riesgo de infecciones»