No es el Zaragoza un equipo especialmente querido en Iruñea y, sin embargo, qué buenos recuerdos vienen a la mente al pensar en la pasada temporada, cuando Osasuna se trajo un triunfo revitalizante de la capital maña a apenas cuatro jornadas del final de Liga.

Algo parecido esperan los rojillos que suceda con el encuentro de esta tarde, en el que toca volver a convertir el enfrentamiento con un enemigo en un recuerdo amigable. Y no es una cuestión de sentimentalismos. Es que desde que se impusiera al Sporting en la segunda jornada de Liga, Osasuna no ha vuelto a celebrar una sola victoria. Empates y derrotas jalonan desde entonces una trayectoria descendente que tiene al equipo al filo de la navaja: una victoria, con las distancias aún reducidas, le permitiría resituarse en la zona gruesa de la clasificación, sin excesivas preocupaciones inmediatas, pero una derrota podría asomarle a un abismo que convierte cada jornada en una final agónica, aún con casi todo el calendario por disputar.

El resultado y algo más

Un clima que puede incluso percibirse ya en algún ambiente, para sorpresa de José Luis Mendilibar. «Parece que estamos contra la pared. ¿Es a vida o muerte? Estamos un montón de equipos en pocos puntos -recuerda-, aunque es verdad que tenemos que salir a ganar y, sobre todo, a cambiar la dinámica de juego de los últimos partidos». En este sentido y, pese a reconocer que «ganar es importantísimo», el entrenador zaldibartarra asegura que le resulta igualmente trascendente recuperar las señas de identidad del equipo. Es decir, volver a ser «un equipo que dominamos y que metemos al contrario atrás». Un equipo que, respecto a las últimas semanas, tiene que «cambiar un poco esa forma de ir a apretar al contrario, de meter el pie, de no quedarnos a tres metros de ellos». Algo que no sólo facilitará la senda a un buen resultado, sino que «nos va a ayudar y nos va a hacer creer en lo que hacemos. Eso es importante también», recalca el técnico.

Le toca intentarlo a Osasuna con el permiso de un Zaragoza al que Mendilibar considera «un equipo bien puesto, que no es fácil de sorprender y que no se precipita. Es un equipo con el que hay que tener paciencia -advierte-. No podemos pensar que vamos a ganar en la primera media hora. No podemos perder el partido por las ansias de ganar en la primera parte o tener que ir a remolque».

Un enemigo, el conjunto maño, que tiene a un amigo en el banquillo, aunque hoy no le toque ejercer de tal. Por si alguno se arriesga a pensarlo, Javier Aguirre ya advierte de que el de esta tarde será un encuentro «sin tregua». «Va a ser un partido de mucho ritmo por parte de los dos equipos. El que cometa menos errores será el que gane», aseguró, apuntándose al tópico, el técnico mexicano, que también llega a la cita con su particular asignatura pendiente, aunque espera aprovechar, precisamente, la rivalidad entre ambos equipos para superarla. «Tenemos que empezar ya desde el calentamiento con mucha intensidad para que no volvamos a encajar goles tempraneros», asumió.