En la víspera de una cumbre crucial de la UE, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, intentaba convencer a su aliado de la Liga Norte para que aceptara un retraso en la edad de jubilación, en la línea de las medidas de recorte draconiano que le exige el verdadero y ya único poder comunitario, el eje francoalemán.

Umberto Bossi, líder de la Liga Norte, rechazaba la propuesta, sin duda alguna consciente de que podría suponerle un desgaste electoral en su feudo del norte industrial.

El Consejo de Ministros del lunes terminó sin acuerdo y ambas partes proseguían con procelosas negociaciones en la residencia privada de Berlusconi en Roma.

Las luces rojas estaban encendidas y tanto de uno como de otro lado se advertía de lo peligroso de la situación. El ministro italiano de Infraestructuras, Altero Matteoli, reconoció que el Gobierno de Silvio Berlusconi podría caer en las próximas horas ante la falta de acuerdo. Portavoces de la Liga Norte coincidía en destacar que la situación sería de alto riesgo.

Algunas fuentes no descartaban un acuerdo de última hora y de mínimos en torno a las exigencias de la UE. El propio Bossi señaló que esperaba una última propuesta de compromiso para decidir su postura.

El diario «La Republica» aseguraba ayer que el primer ministro le ha explicado a Bossi que esta vez no puede presentarse sin reformar y que o lleva algo concreto a Bruselas o todos en el Gobierno «se van a casa».