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crece el respaldo a la independencia en catalunya

El Principat también se pregunta por qué se quedaron con ellos en vez de con Portugal

Gregorio Peces-Barba, uno de los llamados «padres de la Constitución», encendió el jueves la ira de los catalanes al declarar que a España le hubiera ido mejor de haberse quedado con Portugal en vez de con Catalunya. El último barómetro indica que los catalanes también piensan que les hubiera ido mejor sin España: un 45,4% se declara ya favorable a la independencia.

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Beñat ZALDUA |

Esta semana comenzó en el Principat con un barómetro del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO), según el cual, el 45,4% de los catalanes del Principat votarían Sí en un referéndum sobre la independencia, frente a un escaso 24,7% que votaría directamente que no. Si alguien en el resto del Estado español se pregunta sobre el porqué, todo un señor padre de la Constitución dio la respuesta más acertada el pasado jueves.

Gregorio Peces-Barba, abogado, militante del PSOE, ex presidente del Congreso de los Diputados y uno de los llamados padres de la Constitución española de 1978, demostró que la vejez ahuyenta las vergüenzas y, en el X Congreso Nacional de la Abogacía, declaró que a España le hubiese ido mejor si se hubiesen quedado con Portugal en vez de con Catalunya.

«El Conde Duque de Olivares se encontró al tiempo con el levantamiento de los catalanes y los portugueses. ¿Y qué hubiera pasado si nos quedamos con los portugueses y dejamos que se vayan los catalanes? Igual nos hubiera ido mejor», declaró el ilustre abogado, quien también indicó que es un signo que los catalanes «celebren sus fiestas llamadas nacionales por derrotas», en referencia a la Diada Nacional, que cada 11 de setiembre conmemora la resistencia de Barcelona contra las tropas borbónicas en 1714.

No contento con lo dicho hasta ese momento, Peces-Barba tuvo que añadir que no era pesimista respecto a la unidad de España: «Estaremos en mejores condiciones que en otras épocas. No sé cuántas veces hubo que bombardear Barcelona. (...) Creo que esta vez se resolverá sin necesidad de bombardear Barcelona».

Posteriormente Peces-Barba intentó arreglar el entuerto de forma desafortunada, pidiendo perdón si es que alguien se había sentido ofendido: «Háganselo mirar, porque son muy susceptibles a las bromas».

Las reacciones no tardaron y a más de uno se le calentó la boca, o mejor dicho los dedos, como en el caso del número 2 de ERC para las elecciones del 20-N, Joan Tardà, que señaló a través del Twitter que declaraciones como las de Peces Barba «sólo pueden responder a la maldad y (...) a ser un enorme hijo de puta».

Tampoco se quedó manco el diputado de Solidaritat en el Parlament Alfons López-Tena, que sugirió que a los catalanes les habría ido mejor si hubiesen quemado Madrid cuando la conquistaron en 1710. Más comedido, pero con su punto de ironía, contestó el Govern: «A padres que hacen tanto daño como Peces-Barba, mejor repudiarlos», declaró el president, Artur Mas.

Apoyo a la autodeterminación

Más allá de los excesos verbales de Peces-Barba, sus declaraciones no dejan de ser un síntoma de la inquietud que puede llegar a provocar en el Estado español un barómetro como el publicado esta semana, según el cual los catalanes del Principat a favor de la independencia se acercan al 50%. Las cifras de la encuesta del CEO, que fijan en un 45,4% el apoyo a la autodeterminación, suponen un crecimiento del 2,5% respecto al último barómetro, publicado hace apenas cuatro meses.

En el Estado español debe preocupar también que el porcentaje de ciudadanos a favor de un No a la independencia se queda en el 24,7%, una bajada considerable respecto al 28,2% que declaraba lo mismo en junio. Un 23,8% de la población se abstendría, mientras que un 6,1% se declara a favor de otras opciones.

Haciendo una proyección de voto directo, es decir, descontando la abstención, el barómetro indica que la independencia recibiría el apoyo de un 59,6% de los ciudadanos del Principat; prácticamente el doble de los que votarían que No, que se quedarían en un 32,4%. No es de extrañar que Peces-Barba se ponga nervioso.

La encuesta también refleja un panorama preocupante para el PSOE, ya que el sondeo señala que el PSC no ha encontrado el freno para parar su caída libre. Tan solo un 16,3% de los encuestados afirmó que votaría al partido de este «padre de la Constitución», lo que supondría un mínimo histórico para la formación, que por primera vez, dejaría de ser la fuerza más votada del Principat en unas elecciones generales. El PP también frena su ascenso respecto a la encuesta de junio y se queda en un 10,5%.

La encuesta resulta esperanzadora para ERC, cuyo nuevo liderazgo parece que ha recibido una lectura positiva por parte de la ciudadanía y alcanza el 5% de los votos. Sigue siendo un resultado que los deja lejos de los 3 escaños conseguidos en 2008, pero supone una recuperación respecto al sondeo de junio, en el que se le adjudicaba un mísero 3,2%.

Por su parte, CiU también ve estancado su crecimiento, pero se mantiene como primera fuerza indiscutible con el 22,5% de los votos, mientras que ICV-EUiA mantiene su siempre fiel base política y se queda con el 5,6% del apoyo.

Máquina de independentistas

La mayor parte de los analistas coinciden en fijar el punto de inflexión del auge independentista en la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut; aquel infame día en el que diez jueces valieron más que la gran mayoría de catalanes que votaron a favor del nuevo texto estatutario.

A partir de aquí, la reflexión ha llevado a los catalanes a la conclusión de que no se puede avanzar más con el modelo actual. De ahí viene el auge independentista de los últimos años y el sentimiento del ciudadano medio catalán de que «no es que nos vayamos, es que nos echan».

Buena muestra de ello es que el movimiento independentista no está siendo liderado por ninguna formación política, sino que se trata de un sentimiento transversal. A favor de la secesión están, obviamente los votantes de la Esquerra Independentista, ERC, Solidaritat, Reagrupament y una mayoría de CiU, pero el mensaje también ha calado en militantes y simpatizantes de gran parte de ICV-EUiA y del sector más catalanista del PSC. Todos comparten la sensación de que el marco actual no da más de sí.

La transversalidad queda reflejada en movimientos como los de las consultas por la independencia celebradas en numerosos municipios del Principat e impulsadas principalmente por la sociedad civil. El proceso de las consultas tuvo su final el 10 de abril con el referéndum popular celebrado en Barcelona, donde participó más del 20% de la población, votando mayoritariamente por el sí.

El rechazo a una España que no deja avanzar tuvo su última gran expresión en setiembre, tras el auto del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) contra la inmersión lingüística -derivado de la sentencia del TC sobre el Estatut-. Solo PP y Ciutadans se mostraron a favor de desmantelar el modelo de normalización lingüística en las escuelas, gracias al cual se asegura que los alumnos acaben sus estudios primarios siendo, como mínimo, bilingües.

Como se puede intuir, la lectura del contexto estatal en el Principat es similar a la realizada en Euskal Herria. El Estado de las Autonomías, tal y como se ha conocido desde la transición, está agotado, por lo que urge un nuevo modelo. Incluso el Govern es consciente de ello y Mas ya anunció en el último pleno del Parlament que impulsarían una llamada «transición nacional», un concepto deliberadamente ambiguo que tendrán que concretar.

A la espera del 20-N

Este escenario que se dibuja de cara a los próximos meses tiene una variable que condiciona cualquier análisis. Se trata del resultado de las próximas elecciones generales del 20 de noviembre, o más que el resultado, la postura que adopte el PP si se confirma la mayoría absoluta que todos anuncian.

De momento, los partidos catalanes intentan hacer piña, al menos en cuanto al pacto fiscal, propuesta estrella de Mas en las elecciones autonómicas del año pasado. El viernes se presentaron las conclusiones de la Comisión del Parlament para el estudio del concierto económico y, con diversos matices, CiU, ERC e ICV-EUiA se mostraron dispuestos a remar juntos en la negociación con el Estado.

Para tener más fuerza en dicha negociación, los tres partidos ven con buenos ojos la convocatoria de un referéndum sobre el modelo fiscal deseado por los ciudadanos, consulta que, dependiendo del contexto que se viva entonces, podrá ser interpretada como un plebiscito simbólico sobre la autodeterminación.

Pero todo depende, como ya se ha dicho, de la postura que adopte Mariano Rajoy en la Moncloa. Si opta por una posición flexible y negocia con los sectores catalanistas más accesibles para ellos -el candidato de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, espera con los brazos abiertos-, se podrá abrir un escenario en el que funcione durante un tiempo el llamado «peix al cove», tan cultivado por el expresident Jordi Pujol y consistente en ir arrancando poco a poco pequeñas concesiones al Estado central.

Esto podría frenar momentáneamente el auge independentista actual, pero no sería mucho más que un parche temporal, ya que la conciencia de fin de ciclo y la necesidad de un nuevo marco de relación con el Estado han calado hondo en el Principat.

Si por el contrario, aupado por la mayoría absoluta, Rajoy opta por volver al más puro estilo aznarista, el auge independentista no sólo se mantendrá, sino que es probable que todavía se acelere más, haciendo inevitable el siempre presente «choque de trenes» entre Catalunya y España. Más vale que, según Peces-Barba, en esta ocasión no volverán a bombardear Barcelona.

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