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Raimundo Fitero

La vara de medir

 

El cómico José Mota ha perdido tres untos y medio porcentuales en su audiencia de una semana a otra. Las circunstancias mandan y la trashumancia de puente afecta a todos porque hay bastante menos clientes en su lugar de residencia por lo que se altera su costumbre, y pensamos que las humoradas de este parodista no forman parte, todavía, de aquello imprescindible, de lo que se ha de ver, pase lo que pase y se esté en las circunstancias que se esté. Las contingencias influyen, la competencia aprieta, todo se va haciendo para no perder la primacía, y la vara de medir hasta la fecha, es lo que suelta a la mañana siguiente el oráculo científico de los medidores de audiencia.

Nunca ha sido un cómico de mi predilección. Lo siento como muy reiterativo, con muy pocos recursos interpretativos y que pese al esfuerzo que realiza, el apoyo de guionistas, colaboradores, sus entregas son demasiado largas para su falta de matices. Más concentrado ganaría en eficacia. Lo que nadie le puede pedir es que cambie de manera de actuar, de enfrentarse a las imitaciones paródicas, que es, a mi entender, donde mejor se encuentra. La creación de esos personajes populares, con frases hechas, son aciertos temporales, algunos muy celebrados y que han trascendido en forma de guiño social en tabernas, reuniones de amigos o familiares pero en las dos entregas presenciadas este año, el “Tío de la vara” y sus secuelas, pesan demasiado, contaminan todo lo demás, les coloca una pátina de boina y gafas veladas que no deja ver lo que hay debajo.

Está utilizando más actores, logra un buen ritmo en el montaje, tiene un estilo reconocible, lo que es un valor importante en el negocio, pero probablemente necesita una revisión de los guiones y de algunos personajes, mantenerse en sus aciertos, como es no hacer humor de la cintura para abajo, pero quizás dejar un poco el polvo de la dehesa iría mejor, entre otras cosas porque esa vida ancestral pertenece al pasado, lo que nos inclina a pensar que se trate de una involuntaria o subconsciente falta de respeto a los habitantes de las poblaciones  rurales, porque las retrata con un atraso excesivo.

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