Amadeo Russo, Juantxo Albisu y demás amigos Zumaia
En memoria de Aitor Mendiola
Hola Aitor, acá estamos reunidos algunos amigos, algunos familiares, pero no creo que esté presente algún acreedor. No fue tu costumbre dejar deudas. Discúlpame que te hable en erdera, no es para molestarte, pero no he podido con mi ignorancia y apenas manejo el castellano en un país donde todos son, por lo menos, bilingües.
Quiero decirte cosas que nunca te dije. Nuestra amistad no es una casualidad. Como suele suceder, es el producto de la identificación que siento por ti, me gusta cómo haces las cosas y me gusta que valores lo importante y desvalorices lo superfluo.
En un mundo cada vez más alienado nunca te vi interesado por el consumo irreflexivo de bienes, ni por el estatus social. Por el contrario, tus preocupaciones y tus sueños fueron dirigidos a la lucha por la autodeterminación de Euskal Herria y la liberación definitiva de los trabajadores del mundo. ¿Hay algún pensamiento más digno y levado?
Cuando fuiste joven te atrajo la música y el ejemplo de vida de Víctor Jara en Chile, te atrajo la experiencia de la Revolución Sandinista y viajaste por el mundo buscando, buscando...
Quizás buscabas algo que verdaderamente te llenara, quizás querías darle contenido al breve espacio de la existencia humana.
Y luego, con el nacimiento de Ainara, encontraste el entusiasmo necesario para vivir. El entusiasmo necesario para trabajar, para sobrellevar la realidad cotidiana, que nunca te hizo muy feliz.
Ahora tienes cuarenta y ocho años, pro te veo un hombre joven, siempre serás un hombre joven porque eres de u tipo especial, ese tipo de gente que no se rinde, que sigue buscando la utopía necesaria, a pesar de la presencia del los agoreros de la derrota y del «no se puede».
Te dejo con un fuerte abrazo, no quiero aburrirte, inicias un nuevo viaje y estarás ansioso, te vas sin nada, desnudo, sólo te llevas nuestro cariño. Nosotros nos quedamos, enriquecidos con esas cosas que nos regalaste y que sólo podemos percibir los que te conocemos.
Hasta la victoria siempre, compañero...