La ralentización económica global va a traducirse el año próximo sobre todo en un estancamiento de la zona euro, a la que urge a aplicar sin dilación los acuerdos de la semana pasada porque no se excluye una recesión en caso de un nuevo deterioro de las condiciones financieras. Es una de las principales conclusiones de análisis presentado ayer en París por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

En vísperas de la cumbre del G-20 de Cannes los próximos jueves y viernes, la OCDE presentó el panorama para los países que acudirán a esa cita, resaltando el «crecimiento mediocre» en la zona euro y Estados Unidos, en palabras de su secretario general, Ángel Gurría.

La gran preocupación, sobre todo, está en la zona euro, cuyo Producto Interior Bruto (PIB) aumentará un 1,7% este año, pero sólo un 0,3% en 2012, muy por debajo del ritmo del 2% que la organización calculaba para esos dos ejercicios hace seis meses. En 2013, con un 1,5% no se llegaría siquiera al nivel de 2011.

Mientras, el desempleo aumentó en Europa en setiembre después de dos meses sin cambios y ya afecta al 10,2% de la población activa en el área del euro y al 9,7 % en la UE. Según Eurostat, en la UE había en setiembre 23,2 millones de trabajadores sin empleo, de los que 16,19 millones estaban en los países del euro y casi 5 de ellos eran de nacionalidad española.

Estancamiento español

La economía española se estancó en el tercer trimestre al no registrar crecimiento alguno, lo que supone dos décimas menos que el trimestre anterior, mientras que la tasa de crecimiento interanual se mantuvo en el 0,7%, según el último boletín económico del Banco de España.

El estancamiento se debe a la caída de la demanda interna (-0,7%), lastrada por la contracción de la inversión en construcción y por el intenso descenso del gasto público. El consumo de los hogares sólo avanzó una décima entre julio y setiembre, mientras que el sector exterior aportó ocho décimas gracias al empuje de las exportaciones y del turismo.