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Libia después de la guerra

El CNT despide a la OTAN con la elección de un nuevo primer ministro

El Consejo Nacional de Transición (CNT) libio eligió ayer a al intelectual y hombre de negocios Abdel Rahim al-Qeeb como nuevo primer ministro del país. Su nombramiento coincidió con el fin de la operación militar de la OTAN en Libia, «la más exitosa en la historia» de la Alianza, según su secretario general, Anders Fogh Rasmussen. Durante una visita sorpresa a Trípoli, descartó la posibilidad de que la OTAN instale bases militares en ese territorio.

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GARA | TRÍPOLI

El intelectual y hombre de negocios Abdel Rahim al-Qeeb fue elegido ayer por el Consejo Nacional de Transición (CNT) nuevo jefe del Gobierno libio. Al-Kib, uno de los seis candidatos, obtuvo el apoyo de 26 de los 51 miembros del órgano que ha representado a quienes el 17 de diciembre se alzaron contra el régimen de Muamar Gadafi.

En la «hoja de ruta» que el CNT dio a conocer el 31 de agosto se indicaba que no se procedería a la formación de un Gobierno hasta que no estuviera liberada la totalidad de Libia, lo que se consideró que se produjo el 20 de octubre, cuando Gadafi y su hijo Mutasim fueron apresados y ejecutados por los insurgentes. El 23 de octubre, el presidente del CNT, Mustafá Abdel Jalil, proclamó oficialmente en Bengasi la «liberación de Libia».

La elección del nuevo primer ministro coincidió con el anuncio de la OTAN de que a medianoche de ayer concluía su operación militar en Libia, siete meses después de su inicio.

Su secretario general, Anders Fogh Rasmussen, que viajó a Trípoli por sorpresa, recalcó que la OTAN no quiere involucrarse en las cuestiones internas de Libia, aunque dijo que la Alianza está dispuesta a establecer una relación de cooperación con las nuevas autoridades libias, similar a la que ya mantiene con otros países árabes para «cooperar en el desarrollo de fuerzas armadas en un marco democrático», informó Efe. Aseguró también que la Alianza no instalará bases militares en territorio libio al insistir en que la defensa del país compete únicamente a las nuevas autoridades.

Rasmussen afirmó que esta operación, que comenzó el 31 de marzo, ha sido «la más exitosa en la historia de la OTAN». Insistió en que «la OTAN ha ejecutado una misión que le fue encomendada por Naciones Unidas para salvar vidas civiles. Esa misión acaba esta noche -anoche-. A partir de ahora, (los libios) deben trazar su porvenir y desde mañana -por hoy- serán las nuevas autoridades las encargadas de la seguridad».

Aprobada el 27 de marzo y puesta en marcha cuatro días después, la operación de la OTAN, con el pretexto de la defensa de los civiles, ha supuesto el bombardeo sistemático y con total impunidad del país para reducir la capacidad militar de las tropas leales al coronel Gadafi y abrir camino al avance de los rebeldes hasta derrocar el anterior régimen. La misión militar ha estado liderada por el Estado francés y Gran Bretaña, apoyados principalmente por Dinamarca y Noruega, y en ella han participado la mayoría de los aliados y algunos socios ajenos como Qatar y Emiratos Árabes Unidos.

Pero aunque Rasmussen aseguró el viernes que la Alianza logró cumplir «totalmente el histórico mandato de Naciones Unidas para proteger al pueblo de Libia», la OTAN ha recibido muchas críticas, entre otros de Rusia y China -ambos con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU-, que consideran que no se ha respetado el mandato de Naciones Unidas y se ha tomado partido por los rebeldes. Beijing y Moscú ya han advertido de que no volverán a aceptar un mandato similar para que la OTAN actúe en otro país.

En una nueva resolución, el Consejo de Seguridad aprobó por unanimidad instar a las nuevas autoridades libias a evitar la proliferación de armas en su territorio y región y emplazarles a destruir los «arsenales de armas químicas, esencialmente de gas mostaza» que supuestamente aún existen en Libia.

Entrega al TPI

Los rumores sobre la eventual entrega de Saif al-Islam, hijo de Muamar Gadafi, al Tribunal Penal Internacional (TPI) se mantenían ayer, dos días después de que los fiscales del TPI aseguraran que el Tribunal mantiene contacto indirecto en ese sentido. Al respecto, el coordinador nacional de derechos humanos en Níger, Mustafá Kadi, advirtió de que una mala gestión en su entrega podría desatar otra rebelión tuareg, entre quienes se cree que se ha refugiado, en el país, aunque el CNT afirma que no ha abandonado Libia.

El Gobierno nigerino no confirma la presencia de Saif al-Islam, pero adelantó que, en el caso de que se encuentre en Níger, el país cumplirá los compromisos adquiridos con el TPI y entregará al hijo del coronel, acusado de crímenes contra la Humanidad por homicidios y persecuciones. En este sentido, Kadi indicó que su entrega podría desencadenas una nueva revuelta entre los tuareg del norte del país, que veneran a Gadafi por el apoyo que les brindó durante las revueltas de hace cuatro años contra las autoridades de Níger y Mali.

Además de a Saif al-Islam, Níger acogería también a Saadi, uno de sus hermanos. En su caso, el Gobierno de Níger aseguró que sólo será entregado a las autoridades libias si existen garantías de que tendrá un proceso justo, algo que Kadi estimó que no ocurrirá a la vista del linchamiento de Gadafi y su hijo Mutasim.

Amnistía Internacional (AI) reclamó ayer que se respeten los derechos y la seguridad de Saif al-Islam y del antiguo jefe de la Inteligencia libia, Abdullah al-Senussi, si finalmente deciden entregarse al TPI. «El CNT y los gobiernos vecinos deben garantizar la detención segura de ambos y su traslado sin demora a La Haya para ser investigados, tanto si se entregan voluntariamente como si son arrestados y posteriormente transferidos al Tribunal», agregó. Según AI, se cree que ambos podría «correr la misma suerte» que Gadafi y Mutasim.

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