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Las actas de Txiberta, un legado para aprender de los errores

En los últimos 35 años se ha hablado mucho, hasta mitificarlas, de las reuniones de Txiberta que, bajo los auspicios de Telesforo Monzón, juntó a los principales partidos y sindicatos abertzales en la primavera de 1977 con el objetivo de fijar una postura común ante Madrid tras la muerte de Franco. Anai Artea acaba de publicar un libro que recoge las actas de aquellos encuentros en los que, finalmente, no pudo fraguarse la aspiración del político bergararra.

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Arantxa MANTEROLA |

«Mientras no hagamos otro Txiberta o algo similar, los vascos lo tendremos crudo». Estas fueron las palabras de Telesforo Monzón tras culminar el fallido proceso de conversaciones iniciado el 24 de abril de 1977 que reunió a las quince principales organizaciones políticas y sindicales del arco abertzale-nacionalista de la época.

Anai Artea presentó ayer, en el mismo marco en el que se celebraron dichas reuniones, el libro «Las actas de Txiberta», que recoge la síntesis de lo que se habló en los cinco encuentros. Michel Mendiboure y Battitta Larzabal, miembros de la asociación de ayuda a presos y refugiados, explicaron que, dentro de las iniciativas para conmemorar el 30º aniversario del fallecimiento de Monzón, han decidido ofrecer a la opinión pública dichos documentos como «un legado a Euskal Herria y a su memoria histórica».

Resaltaron, además, la «grata coincidencia con el actual momento político, en el que se están dando tantos acontecimientos y tan importantes como los que hemos conocido en las últimas semanas».

A las nuevas generaciones

Según Anai Artea, el propósito de esta publicación -editada en euskara, castellano y francés- es cumplir el deseo del propio Monzón, quien «quiso que estas actas se conservaran y transmitieran a las nuevas generaciones». Así, a través del libro ponen a disposición de toda la ciudadanía lo ocurrido en Txiberta, para que cada cual pueda sacar sus propias conclusiones y para que las diferentes interpretaciones que se han conocido durante estos años se desmitifiquen o, en su caso, se subsanen «ya que muchas veces han sido presentadas en la maraña político-mediática y en las versiones más convenientes para cada parte».

En su prólogo, explican los motivos que llevaron al que fuera miembro del Gobierno Vasco en la etapa de la guerra de 1936 y en el exilio a organizar los encuentros; motivos que resumen en su empeño para que las fuerzas abertzales «no se presentaran dispersas ante el nuevo poder resultante del franquismo» durante la llamada «transición española». No obstante, como reconoció el propio Monzón, recordaron que su proyecto no tuvo éxito.

«Fue el único que tuvo la madurez suficiente para comprender lo que estaba en juego», manifestaron Larzabal y Mendiboure, para subrayar a continuación que «aunque lo ocurrido en Txiberta es ya historia, puede servirnos para extraer lecciones y aprender de los errores, máxime en un momento como éste, en el que las principales reivindicaciones de entonces -la liberación de los presos y la amnistía, y los mínimos democráticos y la legalización de partidos- están vigentes».

El epílogo recoge el testimonio de un participante que recuerda que, tras el fracaso del intento, Monzón les dijo que «si con los partidos no se puede llegar a una unión, habrá que hacerlo con el pueblo, ¿no?».

«En aquella cumbre no hubo ni tiempo ni madurez suficiente»

Mirentxu Purroy ejerció de notario en lo que ella misma denomina «cumbre vasca». Fue a ella a quien Telesforo Monzón confió las actas «para que las custodiara y decidiera su difusión futura», encargo que cumplió hasta que en 2004, en un encuentro sobre las conversaciones de Txiberta que tuvo lugar en Hendaia organizado por Anai Artea, entregó públicamente los documentos a la asociación.

La veterana periodista, que asistió ayer a la presentación del libro, manifestó que «a pesar del miedo que tenía porque eran reuniones clandestinas que podían acarrearnos consecuencias muy graves, era consciente de que era testigo de algo muy importante. Teníamos derecho a tener un país y deseé que, tras 40 años de dictadura, pudiéramos ponernos de acuerdo para reclamarlo».

Sin embargo, desde el primer momento Purroy constató el desencuentro entre las partes y la práctica imposibilidad de alcanzar algún tipo de acuerdo: «Cada cual venía con su guión y enseguida me di cuenta de que eran posturas irreconciliables. Se detestaban entre ellos. Salían de la dictadura y estaban marcados por sus consecuencias; la mayoría no estaban preparados para una empresa de ese calado».

Según Purroy, la premura de las elecciones, que iban a celebrarse en junio de 1977, no dejó tiempo para abordar las cuestiones de fondo -derecho de autodeterminación, entre otras- y los debates se centraron en la forma de actuar ante los comicios. «Si Monzón hubiera organizado Txiberta un año y medio antes, seguramente el resultado hubiera sido muy diferente», comentó. A.M.

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