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ELECCIONES EN UN NUEVO TIEMPO

Querida Ane

X. MENTXAKA (Columna publicada por Jabier Salutregi en «Egin» en 1990, al año de la muerte de su amigo y compañero Josu Muguruza. Salutregi está ahora en prisión por ser director del diario clausurado)

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Llegará un día en que la pregunta despierte desde tu inocencia, un día en que tus deseos de conocer salten de tu corazón y retumben tus ideas. Vendrá un día en el que, simplemente, no podrás soportar más, en el que romperás tu infancia y formules tu pregunta... Ese día, Ane, tus mayores quizás intenten responder, que digan muchas cosas. Quizás comiencen, atropelladamente, a describir de un modo imposible la amplitud, a detallar lo indefinible. Ese día, no lo dudo, comprenderás la historia de tu gente. Y comenzarás a percibir el sentido de sus vidas y que, a veces, la muerte, como la de aquél que no llegaste a conocer, tiene sentido.

Tu padre, Ane Muguruza, y te lo digo ahora que estoy a tiempo de recordar, era un hombre como una montaña. Su voz reducía el viento, su vitalidad nos dejaba muertos, su alegría entristecía al enemigo y su amistad nos enorgullecía. Y peleaba. ¡Cómo peleaba Josu, Ane! Era grande, muy grande. Era enorme. Medía, por lo menos, lo de un pueblo entero, y en su corazón latían todas las injusticias. Y era tan fuerte Josu que, para matarlo, tuvieron que utilizar las mil armas escondidas bajo la legalidad de un Estado. Su muerte fue tan importante, Ane, que la quisieron esconder, disfrazarla con la casualidad, cubrirla con el manto oficial.

Y te lo digo ahora que estoy a tiempo de recordar, Ane. A los asesinos de tu padre los reconocimos enseguida, como les reconocen los que ahora, después de un año de su muerte, siguen callados repartiéndose la vergüenza de la histórica cobardía a la que se plegaron. Les reconocimos entonces, como lo hacemos ahora, porque en este y en todos los pueblos, Ane, basta conocer al que cae herido para saber quién ha sido su verdugo. Y tu padre era grande, Ane. Tan grande como un pueblo. Tan grande y vigoroso que para matarlo tuvieron que hacer un crimen de Estado.

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