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RESPUESTA A LA DEUDA

Grecia también pudo haberse plantado al FMI

Hay países que se han plantado a las recetas de recorte que impone el FMI, la CE o el Banco Central Europeo (BCE) por la presión popular o porque los gobiernos han tenido valentía ante lo que se les venía encima. No es lo que ha ocurrido esta semana en Grecia.

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Juanjo BASTERRA

No sería la primera vez que un país sigue el camino opuesto al que le dicta el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Países que no han pagado la deuda o que han hecho quitas importantes de la misma hay varios. El caso más reciente se encuentra en Islandia, pero Argentina y Ecuador, por ejemplo, o algunos países del sureste asiático, han utilizado esa medida para no estar «atados para siempre» al pago de la deuda que, en realidad, como reconocen los diferentes expertos, es «impagable» y obliga a realizar recortes brutales en el gasto social y en la inversión. En este contexto, el presidente socialdemócrata griego, Yorgos Papandreu (PASOK), provocó un día antes de la cumbre del G-20 un gran revuelo con su amago de referéndum sobre los nuevos ajustes que la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo (BCE) proyectaron sobre Grecia, que hicieron temblar algunos mercados financieros. Las ilusiones iniciales del pueblo griego, al final, han quedado en nada, porque el socialdemócrata Papandreu hurtó esa capacidad de decisión al pueblo, después de que la población griega lleve asumidos por la vía del decreto todo tipo de recortes en los dos últimos años.

Los acuerdos del pasado 27 de octubre del Consejo Europeo son duros para Grecia, como lo reconoce el presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy. A cambio de una «contribución voluntaria de los acreedores privados de Grecia, del 50%», la «solución sostenible» prevé que para 2020 «haya reducido su deuda pública hasta situarse en el 120% de su PIB», para lo que la UE y el FMI inyectarán 100.000 millones, dejando a ese país sin capacidad de maniobra. Porque después de todos esos esfuerzos, la deuda todavía sería muy elevada, si no aumenta.

Hace unas semanas, la editorial Icaria ha publicado un pequeño libro muy didáctico «Vivir en deudocracia» en el que diversos autores miran al pasado y confirman que entrar en esos «círculos viciosos» termina por hundir a los países. Hay que tener en cuenta, como reconoce la Comisión Europea en sus informes, que el sector financiero ha recibido 4,6 billones de euros en ayudas públicas desde que se inició la crisis, pero, en cambio, se imponen a los estados recortes sociales y económicos que les impiden su crecimiento.

Hervé Hannoun, director general adjunto del Banco de Pagos Internacionales (BPI) recordó en Abu Dhabi (Emiratos Árabes) en una jornada de trabajo a finales del pasado mes el porqué de esa situación. Según expuso, «la crisis de la deuda soberana ha puesto de manifiesto las implicaciones de políticas fiscales laxas en una serie de países avanzados. Estos incluyen un gran aumento en la probabilidad de incumplimientos de los países soberanos más endeudados, cuyos vínculos se creía que estaban libres de riesgo». Es así desde los años ochenta. En la UE, con el Tratado de Maastricht, se redujeron los impuestos a las rentas más altas y a las empresas, lo que ha ido generando una merma en las arcas públicas que se lleva hasta la extenuación en épocas de crisis como ésta.

Referéndum en Islandia

Islandia es el ejemplo más reciente en el que el pueblo rechazó gran parte de las condiciones que impuso el FMI. Como explican Griselda Piñero (Attac), Olivier Chantry (CADTM) y Iolanda Fresnillo (ODG) en el libro de Icaria, los tres principales bancos islandeses -Kauphing, Glitnit y Landsbanki-, mediante su filial Icesave, fueron privatizados en 2003 y «jugaron fuerte en el espacio de las grandes finanzas al crear fondos altamente especulativos». Con la crisis de 2008, «se fueron a pique, cinco años después de haberlos privatizado y el Gobierno islandés se obligó a renacionalizarlos». La deuda que dejaron representó diez veces el PIB del país». El Gobierno nacionalizó la deuda privada, y se endeudó con el FMI por 2.100 millones de dólares y «un programa de recuperación» con medidas de austeridad y ataques directos al sistema de protección social y contra las pensiones, dando pie al cierre de hospitales». A esta situación se unió que los gobiernos holandés y británico reclamaron 3.900 millones a Islandia, ya que pagaron parte de las pérdidas de sus compatriotas que tuvieron en los bancos islandeses. Esta operación hizo estallar a la población que logró un referéndum vinculante . «El país no pagó las deudas del caso Icesave, pero ha estado bajo ajuste del FMI hasta agosto». Ese organismo considera un éxito, pero se ha debido a que la población obligó a ese giro «porque repudió parte de la deuda, hay más controles de capital y una depreciación de la moneda, en dirección contraria al dogma neoliberal del FMI», indican los tres autores.

Hungría también se reveló contra el FMI. Heredó una deuda del 100% del PIB. En 2008 sufrió duros ataques especulativos, entre ellos del fondo del especulador más famoso, George Soros, que dejaron al país al borde de de la suspensión de pagos. Fue el primer país rescatado por el FMI y el Banco Mundial con créditos por valor de 20.000 millones», afirman Piñero, Chantry y Fresnillo. Estaba condicionado a medidas de ajuste severas. En 2010 «desafió» al organismo internacional al instaurar un impuesto temporal al sector financiero. El FMI suspendió la ayuda «cediendo a la presión de los grandes bancos». Sin embargo, Hungría mantiene el impuesto, y el FMI sigue con el crédito.

America Latina, un ejemplo

En América Latina hay varios ejemplos, como se citan en el libro «Vivir en deudocracia». Está el caso de Argentina, tras el `corrralito', que en 2001 provocó la caída del Gobierno por el aumento del desempleo y el colapso del peso. «El sistema bancario se había derrumbado y las cuentas bancarias fueron congeladas», precisa. Más de la mitad de la población cayó por debajo del umbral de la pobreza. Tras el estallido de la crisis, el FMI siguió imponiendo recortes y «Argentina dijo no y anunció una moratoria unilateral sobre el reembolso de su deuda pública externa. Dejó de pagar y rompió con todas las reglas. El pronóstico de los expertos fue de depresión y aislamiento económico, pero el resultado ha sido todo lo contrario», indican. Los tres autores explican que «Argentina es el ejemplo de que ejercer el derecho soberano a no pagar y no ceder a las condiciones impuestas por los acreedores puede ser la única salida». En América Latina también está el caso de Ecuador, que utilizó el método de la auditoría para doblegar al FMI. También ocurrió así en Tailandia, Myarmar y Malasia y algunos países de Africa.

Los problemas con la deuda soberana ponen a los pueblos al borde del precipicio. En el Estado español se han producido importantes recortes sociales y económicos, porque el Gobierno ha seguido «los consejos» de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional. De hecho, hace un año José Luis Rodríguez Zapatero recortó en 15.000 millones el presupuesto.

Un opción con fuerza a lo largo de la historia

Francisco Ferrer, del grupo de economía crítica Taifa, indica en uno de los artículos que la opción de no pagar la deuda no es de este siglo, sino que viene de tiempo atrás. «Si miramos la historia, -indica en «Vivir en deudocracia»- a medio plazo no les fue mal. Entre otros ejemplos encontramos a México (1861), a EEUU frente al Estado español en la Guerra de Cuba; la URSS en 1918; Costa Rica, Islandia, Argentina, Ecuador o el Estado español durante el reinado de los Austrias».

Frente a todos esos impagos, en este siglo se está imponiendo la presión y Ferrer critica el paso que ha dado el Gobierno español al modificar la Constitución para que la deuda sea la primera prioridad de las administraciones. «Es una manera de atender a los mercados, al poder financiero para blindarse frente a los impagos que en otros lugares han tenido éxito». J. BASTERRA

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