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RUGIDOS ROJIBLANCOS

Quedará en la memoria del fútbol...

 

Martí PERARNAU Autor del blog culé martiperarnau.blogspot.com

Guardiola plantea una partida de ajedrez y el Athletic la transforma en un combate de boxeo. Esperas un Karpov-Kasparov y se convierte en un Frazier-Alí. Mérito rojiblanco indiscutible. Pep sale reforzando el centro para buscar el sometimiento y, a cambio, abandona las bandas en ataque. Cuenca en la grada, Villa en el banquillo, Adriano de extremo bajo o de segundo lateral para tapar al demonio Muniain.

Bielsa le tuerce esa voluntad. El Athletic presiona muy alto y rompe todos los triángulos que se dibujan cerca de Xavi. Son los triángulos básicos para el avance del juego de posición. Si te los rompen, te arrebatan una herramienta básica.

Barça con cinco por dentro (Busquets, Xavi, Iniesta, Messi, Cesc). Athletic tapando todas las combinaciones del quinteto. La valentía local, que juega a pecho descubierto arriba y lo combina con algunos marcajes individuales muy a la italiana, rompe el tablero y lo transforma en un ring. Muy de Bielsa eso de presionar como locos y exigir que esos mismos locos concluyan la jugada.

Le arrebata la pausa al Barça y convierte el partido de Liga en un partido de Premier: vértigo arriba y abajo. Con Cesc buscando portería, Iniesta mirando de reojo a Muniaín y Busquets teniendo que ayudar a Piqué contra un majestuoso Llorente, Xavi se queda solo en la búsqueda de la pausa. No la encuentra.

La pausa te la da el rival. Si se entrega por sentirse inferior o no alcanza a seccionar las triangulaciones, el Barça ha ganado la pausa. Pero si te muerde los tobillos, te pellizca las nalgas y te araña el cogote, entonces has perdido la pausa. Sin pausa, el Barça pierde otra herramienta básica. Ya van dos.

Partidazo de Premier. Estadio legendario, diluvio universal, vértigo en el ritmo, honestidad deportiva en todos los protagonistas, generosidad absoluta, entrega inmensa. Llorente gigantesco bajando balones; Piqué imperial cerrando puertas; Muniaín iniestizado; Iniesta endiablado; Ander rompedor, certero e intenso; Cesc, directamente en su salsa, inmenso.

La memoria del fútbol guardará este encuentro entre sus grandes recuerdos. El Athletic de siempre, fuerte, viviendo al límite, engalanado con sus mejores campeones y presionado hasta la asfixia por un Bielsa exigente. El Barça de siempre, incansable en su persistencia y ambición, en su estilo y forma de jugar, compitiendo hasta la agonía. Diálogo entre grandes, en vez de monólogo avasallador. El partido del entusiasmo.

La realidad quiebra expectativas. Cesc llegaba para emular a Xavi y Thiago, para ser el del último pase. La realidad nos está dibujando a un Cesc vertical, auténtico falso 9 del equipo, y a un Thiago mucho más rítmico y pausado, más capaz de controlar los tiempos y las decisiones colectivas. Ambos, al revés de lo que se esperaba.

Busquets sufre en los partidos de vértigo. Cuando el Barça somete al rival, Busquets se crece. En ese caso es el aguador de Xavi, el amigo de sus centrales, el mayordomo de Messi y el que da el primer paso adelante cuando se pierde un balón. Sin pausa ni dominio no puede ejercer todos estos roles y su rendimiento desciende.

Errores en el Barça. Pueden atribuirse a causas puntuales: el resbalón de Mascherano, un rebote desafortunado entre Abidal, Llorente y Piqué (así han llegado los dos goles locales...). Pero también buscar una causa más estructural. Me quedo con esta última: son fruto del estilo. El Barça nace y muere con su estilo en todos los partidos. Ni tiene ni quiere un plan B. Tiene un estilo, está construido así y así seguirá. Los errores son fruto del estilo. Nada es perfecto.

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