Gloria REKARTE Preso ohia
Los pacificadores
Patxi López y Jose Luis Zapatero se reunieron ayer en Ajuria Enea para «consolidar la paz». Iban ambos ligeritos de equipaje, no necesitados de agendas, hojas, ni tipex, porque antes incluso de reunirse, dejaron claro que no iban a hacer «nada». No ahora, «que estamos en elecciones». Parece pues que las elecciones han de ser un breve y jubiloso espacio de tiempo reservado a las sonrisas de los candidatos, a que las mentiras más burdas reciban en los mítines salvas de aplausos, a apuntarse todos los logros y rechazar todos los fracasos y, principalmente, al cuadrilátero en el PP y PSOE se acusen mutuamente de lo que ninguno de los dos, sin el apoyo del otro, hubiera podido hacer. Y sobre todo, deshacer. En todo caso, un espacio de tiempo en el que lo adecuado es aparcar decisiones y eludir responsabilidades.
Y así se aprestaban a la anunciada consolidación, con nada de nada. Triste bagaje para un objetivo de tanta altura. Quizá con la confianza puesta en la sociedad vasca, en su buena fe y en que haga el favor de permanecer ajena al hecho de que antes de consolidar la paz, hay que lograrla. Lo que sí hicieron fue consolidarse mutuamente, que es algo de lo que parecen necesitados. Se echaron flores, se cantaron loas, y se llenaron uno a otro de reconocimientos y gratitudes. Se respaldaron y apoyaron, se alabaron por el fin del terrorismo, se palmearon por la firmeza demostrada, se congratularon por la libertad alcanzada. Y posaron para la foto, satisfechos cada uno consigo mismo y con el otro. Con la sonrisa natural de los pacificadores. ¿La naturaleza los hizo así, o se vacunan contra el sonrojo y la vergüenza?