Raimundo Fitero
La motos
TVE ha terminado su relación con las motos y a partir de la próxima temporada se emitirán las carreras por Tele 5. Esta decisión forma parte del descarado desmantelamiento de las televisiones públicas para favorecer a los accionistas de las privadas. Quizás, con el ábaco en la mano y atendiendo a la situación económica general, sea difícil defender la retransmisión de estos deportes súper esponsorizados por una televisión pública, pero el vaciado de contenidos de los entes públicos es una estrategia que presagia movimientos telúricos en los próximos meses.
Las motos son una suerte de religión, con aficionados incondicionales a los que se unen legiones de esporádicos televidentes capaces de embobarse ante esa velocidad vivida sin carcasa por unos jóvenes atrevidos, diminutos, que parecen héroes de cómic, pues después de aparatosas caídas, se levantan sacudiéndose el polvo, como si nada pasara. Hasta que pasa, y se produce la tragedia de una muerte retransmitida en directo. Las imágenes cada vez más cercanas, en ocasiones inverosímiles, los riesgos que se intuyen en cada curva o adelantamiento, la identificación con algunos de los mejores, porque por razones que sería bueno analizar en otro contexto, ha propiciado una nómina de campeones con pasaporte español lo que se convierte en algo que revitaliza la autoestima general y la afición.
Nos habíamos acostumbrado a ver las motos sin cortes publicitarios, con la presión de la publicidad estática, que es grande, pero sin interrupciones, y ahora, en una privada, su estrategia será más agresiva, con los anuncios cortando los momentos más interesantes para que tenga mayor efecto. Existe el antecedente de la Fórmula 1, pero entonces el cambio llegó con la asunción de Fernando Alonso y se creó una afición casi inexistente. En motos ya existe la afición, los éxitos, los rituales, los comentaristas, la tradición. Veremos en qué se concreta todo. TVE sufre otra amputación que no le beneficia nada. Probablemente sea una decisión buena a la luz de los objetivos de una televisión pública en este siglo XXI, en una Europa en crisis, pero sus efectos los notaremos cuando sea demasiado tarde.