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Iñaki San Sebastian Hormaetxea | Getxo

Votar: Mi único minipoder

El 20-N vuelve a darnos la oportunidad de ejercer nuestro derecho a decidir... el destinatario de nuestro voto. ¡Algo es algo! ¿La tiramos por la borda quedándonos en casa?. ¿Regalamos nuestro humilde minipoder sin pararnos a pensar siquiera unos minutillos, atraídos por los cantos de sirena del cambio por el cambio? ¿No nos estaremos olvidando de la posibilidad de ir a peor, tal como nos advierte la siempre presente ley de Murphy? ¿Los que vengan no tendrán que plegarse, tanto o mas que los despedidos, a las directrices de la parejita de moda: Merkel-Sarkozy?

Pensemos un poquito antes de decidir. Con cinco millones de parados no está de más oír a unos buscadores de «justicia económica para todos». Proponen investigar a fondo diez áreas clave que están pidiendo a gritos un cambio en nuestra forma de pensar y actuar: 1. El despilfarro de recursos y la generación de desechos de producción. 2. La evolución de la población. 3. La desigualdad entre las personas. 4. La reforma del sistema monetario. 5. La necesidad de un cambio en la forma de medir el progreso. 6. La búsqueda de fórmulas que aseguren el pleno empleo. 7. El repensar el tipo de negocios y de producción, adecuándolos a los nuevos tiempos. 8. La mejora de la cooperación a nivel mundial. 9. El inevitable cambio en los hábitos y comportamientos de los consumidores. 10. El compromiso de políticos y medios de comunicación en el empeño.

Ante tan interesante sugerencia, parece lógico que nos hagamos la siguiente pregunta: En la práctica, ¿qué candidatura se va a tomar más en serio la necesidad de investigar todos y cada uno de estos temas? Me vais a perdonar, pero no veo a la derecha más rancia y conservadora, la misma que acoge con entusiasmo a tanto magnate de las finanzas, preocupándose de estas historias. Para esta gente el enriquecimiento infinito es una virtud. Jamás se les va a ocurrir el frenar un poco su aparatoso tren de vida, ni para aliviar la miseria de la pobre gente ni para proteger el medio ambiente. Así que, a nivel estatal, ¿por qué no creer en eso de... más vale el calamitoso progresismo conocido, que el engañoso y seductor neoliberalismo sin conocer?

Y como Euskadi es diferente, se nos plantea, además, el problema de la justicia política para todos. Aquí se nos presentan cuatro grandes opciones, al poder conjugar regionalismo y soberanismo, con las ideologías neoliberal o progresista. A los vascos nos toca decidir cuál de ellas aglutina mejor la justicia económica con la justicia política, en nuestro pequeño país. Pensando en estas elecciones estatales y en clave de política nacional vasca, me ilusiona conocer la fuerza real del soberanismo progresista.

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