El ministro de Presidencia y cabeza de lista del PSOE al Congreso por Araba, Ramón Jáuregui, había asegurado unas pocas horas antes en televisión que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el lehendakari, Patxi López, todavía «tienen mucho que decir» sobre la decisión histórica de ETA de dejar la lucha armada. Explicó que «tienen mucho que decir respecto a la manera en que se ha producido y la manera en que tenemos que continuar después». Tendrán mucho que decir, pero se ve que ayer no era el día, al menos para hacerlo públicamente.

El presidente del Gobierno español visitó Ajuria Enea. Desde Lehendakaritza se le quiso dar a la cita carácter histórico, porque los inquilinos de La Moncloa no tienen costumbre de acudir al palacio gasteiztarra. Sólo lo había hecho con anterioridad Adolfo Suárez, al principio del mandato de Carlos Garaikoetxea, en los albores del tiempo estatutario.

Ahora que en Euskal Herria se abre una nueva época por la decisión de ETA, la presencia del presidente del Ejecutivo español en Ajuria Enea podía haber tenido cierta trascendencia. Pero el fin de la lucha armada ha coincidido también con el fin de la «era Zapatero», y ayer todo quedó en un intercambio de flores entre un presidente y un lehendakari cuya relación institucional, pese a ser del mismo partido, ha estado marcada por los desplantes de Madrid.

De hecho, el primer líder vasco con el que se entrevistó Rodríguez Zapatero públicamente tras el comunicado de ETA fue con Iñigo Urkullu, presidente del EBB. Y probablemente esa foto del 26 de octubre en La Moncloa sea la única explicación de la visita de ayer.

Ningún anuncio ni novedad

Rodríguez Zapatero llegó un cuarto de hora antes de lo previsto. Dijo venir del aeropuerto de Foronda, donde «al aterrizar» ya había «sentido el nuevo ambiente». Curioso tratándose de un aeropuerto de carga sin apenas nadie con quien cruzarse, salvo con las autoridades que fueran a recibirle.

La anécdota puede dar una idea de los términos en los que transcurrió la rueda de prensa de Zapatero y López, con mucha palabrería rimbombante sobre la «libertad» y la «victoria de la tolerancia cero», con intercambio de agradecimientos y satisfacciones, pero sin ninguna concreción práctica.

El lehendakari salió a la escalinata de Ajuria Enea para recibir al presidente del Gobierno nada más bajarse del coche. Apretón de manos sin abrazo y pose para fotógrafos y cámaras. Un encuentro frío en opinión de la mayoría de los periodistas. Algunos quisieron ver algo más de calidez en la despedida.

López y Rodríguez estuvieron reunidos poco más de una hora. Según el lehendakari, le transmitió las opiniones recabadas en la ronda de partidos y agentes sociales, le comentó el decálogo presentado en el Parlamento y hablaron de las «medidas que habrá que adoptar» de aquí en adelante.

Lo de las medidas parecía que podía dar lugar a alguna concreción. Preguntado por ellas, Patxi López se limitó a decir que son «las que están en mente de todos». Y aprovechó para volver a exigir «prudencia y sosiego».

El «liderazgo» de López

José Luis Rodríguez Zapatero, pese a ser el presidente del Gobierno español bajo cuyo mandato ETA ha adoptado la decisión histórica de dejar la actividad armada, volvió ayer a quitarse de en medio a la hora de arrancar en la gestión del nuevo tiempo.

El día que se hizo público el comunicado de ETA, hablando desde Madrid, dejó esa gestión en manos del Ejecutivo que salga de las urnas el 20N. Ayer, en Ajuria Enea, alabó el «liderazgo» de Patxi López, apoyó su decálogo y, conociendo la opinión de partidos vascos y españoles, mostró su confianza en que «en esta etapa las cosas se van a hacer bien».

Rodríguez Zapatero pidió a la ciudadanía vasca que apoye el «liderazgo» del lehendakari y a las fuerzas políticas que sean «comprensivas y sumen». Según señaló, esta «nueva etapa política, social y cívica» exige «diálogo, convivencia, pedagogía y valores», y también «unidad» por parte de los partidos políticos.

El presidente del Gobierno español destacó que alcanzar la consecución de este momento político había sido la «máxima prioridad» de su mandato. Recordó expresamente el proceso de 2006 (en realidad, 2005-2007) y su frase de que «la paz no tiene precio político pero la política puede ayudar a la paz».

Gracias a «los demócratas»

Ante el fin de la actividad armada de ETA, José Luis Rodríguez Zapatero quiso «dar las gracias a los vascos». Concretó que se refería «a la inmensa mayoría de la sociedad vasca. a los demócratas», y siguió la relación con los partidos, las fuerzas de seguridad, la judicatura, los medios de comunicación...

Tras el encuentro de Ajuria Enea, el presidente del Gobierno español y el lehendakari, o -quizá mejor- el secretario general del PSOE y el del PSE, se dirigieron por separado a un hotel de la capital alavesa para celebrar un encuentro conjunto con cargos del partido. Allí, según relata Europa Press, José Luis Rodríguez Zapatero les emplazó a trabajar por «la libertad plena» tras décadas de «odio profundo, incomprensible, irracional, salvaje y bárbaro». Además, les instó a llevar «a cada rincón de Euskadi los mejores valores» desde «la superioridad moral de quienes han combatido el asesinato y a quienes jaleaban la violencia y el terror»

Zapatero aseguró allí que conservará «con todo cuidado» las «siemprevivas» que le regaló Patxi López como símbolo de memoria de las víctimas de ETA. Los cargos le obsequiaron con un pluma porque gracias a él se ha escrito la página «más importante de la historia vasca».