En la mañana de ayer José Luis Rodríguez Zapatero acudió a Ajuria Enea para reunirse con Patxi López, protagonizando así la fotografía casi inédita de un presidente español visitando la residencia oficial del lehendakari. Hay que remontarse tres décadas, hasta los tiempos de Adolfo Suárez y Carlos Garaikoetxea, para recordar una imagen así. Fue, por tanto, un encuentro nada habitual que coincidió con un momento político histórico en Euskal Herria, en el que ETA ha cesado definitivamente su actividad armada y la sociedad vasca alberga grandes esperanzas de alcanzar un escenario de paz y democracia. Sin embargo, a pesar de estos condicionantes, la reunión entre Zapatero y López apenas ofreció nada más que la propia fotografía, con la que quizá el lehendakari quería tapar otro retrato, el de su valoración oficial al comunicado de ETA en un tren al otro lado del Atlántico, o con la que el todavía inquilino de la Moncloa puede que quisiera atemperar el malestar de un interlocutor que se ha sentido despechado en más de una ocasión en esta legislatura.

Un presidente que se va por la puerta de atrás y un lehendakari que nunca debió haber llegado comparecieron para no ofrecer nada, sólo unas frases hechas y un par de lugares comunes. Hoy por hoy es todo lo que pueden ofrecer dos políticos que quedaron retratados.