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Análisis | La Behobia se niega a recaudar para la española

La tentación de multiplicar por 23.000 atletas y más allá

La Behobia, la carrera popular con más gancho de Euskal Herria, ha abierto sus puertas hasta los 23.000 dorsales, que se agotaron en primavera. Sus organizadores han rechazado la nueva licencia de un día, por lo que queda fuera del calendario de la Federación Española.

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Miren SÁENZ

El atletismo popular y el federado siguen sin hablar el mismo idioma. Acostumbrados a sobrevivir sin el apoyo de las federaciones, los dedicados al running no admiten sus exigencias. El Club Deportivo Fortuna, organizador de la Behobia, se ha negado a aceptar el nuevo canon que pretende imponer la Federación Española de Atletismo (RFEA). Lo llaman la «licencia de día», cubre la responsabilidad civil, y pretende ser la sucesora del controvertido «carnet del corredor», que hace un año intentó implantar la RFEA a las carreras incluidas en su calendario con la negativa también de la Behobia y de algunas de las citas más consolidadas del Estado español.

La fórmula de multiplicar por miles de personas cualquier propuesta económica es tentadora. El Fortuna, que ha sabido sacar provecho de su invento, ha expresado su negativa públicamente y en algunos aspectos ha llegado incluso a cuestionar la legalidad de ciertos aspectos.

Últimamente cada vez que alguien decide proponer o incluso imponer nuevas medidas tributarias recurre al socorrido «esto en muchos países de Europa se lleva haciendo hace años». Lo dijo José Luis Astiazaran, presidente de la Liga de Fútbol Profesional en referencia al conflicto que la LFP mantiene con las emisoras de radio del Estado español, después de impedirles el acceso a los estadios para retransmitir partidos de fútbol mientras no pasen por caja.

Salvando las distancias, la semana pasada la página web de la RFEA daba la bienvenida a su nueva criatura, asegurando que «el atletismo se suma así a la inmensa mayoría de los deportes, que ya contemplan esta figura desde hace años y en los que no se puede competir sin disponer de la licencia oportuna».

Llueve sobre mojado. El carnet del corredor, al precio de 9 euros por participante, ofrecía un seguro de asistencia, descuentos en algunas promociones y algún otro servicio por medio de un sistema de obtención de puntos. La nueva licencia de día, a 3 euros por corredor -5 en el caso del maratón-, incluye el seguro de accidente y el de responsabilidad civil. La respuesta del Fortuna en ambos casos es la misma. ¿Para que quieren algo que ya tienen?, sus seguros están cubiertos.

Además, la inscripción en la popular vasca no es precisamente barata. 33 euros para la 47ª edición que provocan quejas de algunos participantes, pese a que se acumulan los nombres en una lista de espera confiando en que los que finalmente no acudan les cedan su dorsal.

El club donostiarra no está dispuesto a recaudar 65.000 euros para la Federación Española y de incrementar el precio de la inscripción «a cambio de nada».

Consecuencias inmediatas. La carrera perderá a los atletas becados por la RFEA, puesto que la Federación Española les prohibe participar en carreras populares ajenas a su calendario. Los dos maratonianos que se han vestido las seis últimas txapelas: el madrileño Chema Martínez, ganador en cuatro ediciones, y el salmantino Rafa Iglesias, vencedor en las dos últimas, no estarán por tanto en la salida. Y aunque la grandeza de la Behobia resida en esos cerca de 23.000 participantes que disfrutan y contribuyen a la fiesta, la combinación entre la calidad de la élite y la respuesta multitudinaria es una fórmula atractiva por la que apuestan por ejemplo los grandes maratones.

No es el caso. La joya del Fortuna no se ha caracterizado precisamente por apostar por los profesionales. Sin fijos de salida, salvo excepciones concretas en algún momento puntual, ni premios en metálico, los organizadores siempre han primado la presencia de populares mientras los escasísimos atletas de élite eran cosa del principal patrocinador que durante los últimos años se ha alternado entre poderosas firmas deportivas.

En el historial de la carrera, los más laureados no han pasado de medallistas europeos como Chema Martínez, Diego García o Juzdado. Fiz, campeón mundial, participó recientemente ya retirado y subió al podio. Eso sí terminaban sucumbiendo al encanto de un ambiente tan desbordante dentro de la prueba como en las aceras.

Sin plegarse a los requisitos del atletismo, con un recorrido con desniveles y una distancia no homologada de 20 kilómetros, ni siquiera exactos, que varía ligeramente en función de las circunstancias en forma de obras, lo que hace 92 años nació como evento deportivo se ha convertido en un fenómeno social, incluso turístico, aunque también sea una competición como intentarán demostrar el domingo unos cuantos etíopes invitados y miles de corredores.

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