Las instalaciones del Centro de Desarrollo Empresarial de la Margen Izquierda (Cedemi) acogen el prototipo de vivienda Contenhouse, un proyecto pionero fundamentado en la transformación de contenedores marítimos usados en viviendas modulares biosostenibles. La empresa concibe todo el proceso de construcción con un planteamiento industrial sometido a los estándares y controles de producción en planta.

La idea de la compañía es dar otro uso a los contenedores de transporte marítimo de mercancías, que tiene una vida útil de entre 7 y 14 años. Estiman que por sus características, por ejemplo, de estanqueidad y resistencia resultan «idóneos» para su conversión en un elemento habitable.

Una vez en la planta de Contenhouse, se procede a la desinfección, lijado y repintado de los contenedores, además de realizar los cortes para habilitar ventanas y puerta de acceso, sin llegar a debilitar la estructura metálica, que insisten en que es robusta. A partir de ahí se prepara el suelo, primero colocando el aislamiento y después instalando una lámina impermeabilizante tipo EPDM. El siguiente paso es poner el suelo propiamente dicho, que puede ser tipo madera flotante, linóleo u otras opciones.

En otra etapa se instala la perfilería en las paredes interiores del contenedor y también se colocan las canalizaciones, las conexiones eléctricas y otros elementos similares. Después se pasará a aplicar el aislamiento en paredes y techos. A continuación, se colocan las placas de fibra de yeso, los revestimientos de las paredes y la falsa tabiquería.

En otra fase se procede a instalar el cableado y las cajas de los enchufes, procediéndose también al revestimiento de las paredes de baño y aseo, se colocan los sanitarios, las puertas y ventanas -unas en la antigua puerta de acceso del contenedor-, además de aplicar la pintura en las paredes y realizar otros remates, como la instalación de los rodapiés. Finalmente, en el exterior, se acoplan los elementos necesarios para colocar el material que en cada caso se elija para las fachadas, que son similares a los que se utilizan en la actualidad en los bloques de edificios de pisos convencionales.

En el caso de ser viviendas aisladas como unifamiliares o txokos se colocará un tejado, si por el contrario se trata de una vivienda residencial de varias alturas -hasta cinco- sólo el último tendrá cubierta.

Fernando López, uno de los socios fundadores de la empresa y arquitecto, destaca que «la concepción modular del sistema de Contenhouse permite crear espacios desde 30 metros cuadrados de superficie en una sola planta, hasta edificios de cinco alturas y cientos de metros en cada una».

«Esta diversidad hace que sea una solución viable para múltiples escenarios. Tanto se puede crear un espacio a modo de txoko donde disfrutar del tiempo de ocio de forma cómoda como construir una residencia de estudiantes con decenas de plazas, ampliar un consultorio médico que se ha quedado pequeño o incluir bungalows en un camping, entre otras opciones», señala.

Propuesta «económica»

A la hora de «vender» su proyecto, López incide en que el prototipo que tienen expuesto en Barakaldo -que corresponde a una vivienda unifamiliar aislada de dos habitaciones, salón, comedor, cocina equipada con electrodomésticos y baño equipado- cuesta 52.800 euros, «cuatro veces menos de lo que valdría una vivienda residencial habitual».

Este prototipo, con la denominación comercial de Modelo Everest, es producto de la unión de dos contenedores ISO 40 High Cobe transformados en un confortable hogar de 60 metros cuadrados.

Hay que precisar que, según los promotores, al fabricarse en un lugar fijo y con la estandarización del producto, se economizan los costes. «El metro cuadrado puede partir desde 700 euros por metro cuadrado», puntualiza, sin contar el precio del terreno.

Tampoco olvida citar la «rapidez» con la que se ejecutan los proyectos, ya que una vivienda unifamiliar en condiciones normales se tardaría en hacer tres meses. «Una vez fabricado con todos los elementos (carpintería, instalaciones, tabiquería, mobiliario de cocina, etcétera) se transportan los módulos al lugar de destino, se colocan y se ejecutan los remates de las uniones entre módulos», apostilla, recordando que si son edificaciones colectivas en altura el tiempo llega a los seis meses.

Asimismo, otra de las «ventajas» que se resaltan es la del ahorro energético, ya que el contenedor se reviste por el interior de aislamiento de fibra de madera, «por lo que no existen los puentes térmicos que revelan las termo-fotografías en la construcción tradicional», declara el arquitecto. Al tratarse de un sistema modular, la vivienda puede ampliarse en función de las necesidades familiares, tanto en extensión como en altura. «Sólo hay que hacer las conexiones con el nuevo módulo y los remates de unión», apunta.

Los contenedores estandar son el ISO 20, de quince metros cuadrados, y el ISO 40, de 30. Este último, por cierto, cuando era destinado a usos marítimos podía portar hasta 30 toneladas de mercancías y tras su conversión a vivienda, «más o menos cinco toneladas». «En países como Reino Unido, Holanda,... ya se están desarrollando urbanizaciones con este tipo de vivienda», precisan.

La mayor ventaja de estas viviendas modulares es que si algún día se quiere deshacer de la construcción es totalmente reciclabe volviendo así al proceso productivo, sin tener así los problemas de los residuos en la construcción tradicional.

Una de las grandes preguntas que se les pueden generar a los posibles compradores de esta nueva experiencia constructiva, es si pueden hipotecarse. Aseguran que sí «siempre que el terreno sea urbano, se presente un proyecto visado y se obtengan las licencias municipales».