El plenario del Consejo catalán de la Cultura y de las Artes dimite por la política de recortes
La revolución legislativa emprendida por el Govern de la Generalitat, consistente en las denominadas «leyes ómnibus», han puesto en pie de guerra a la cultura. La crisis ha afectado, entre otros, al pionero CoNCA.GARA | DONOSTIA
Los diez miembros del Plenario del Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes (CoNCA) presentaron ayer su dimisión. Lo hicieron por la política de recortes y tras no conseguir detener el proyecto ómnibus, unas reformas legislativas con el objeto de ahorrar recursos y que suprimen o reduce la multitud de organismos públicos creados en los últimos treinta años, como por ejemplo el Consell Consell de Cultura Popular i Tradicional Catalana.
Sólo la vicepresidenta del ConCA, Pilar Parcerisas, decidió seguir en el cargo. El resto de sus compañeros del plenario (Francesc Guardans, Xavier Antich, Sílvia Munt, Rosa Vergés, Chantal Grande, Marta Oliveres, Manel Camp, Jordi Coca, Manuel Forcano y Juli Capella) dimitieron después de que el Govern, a través del Proyecto de Ley de Agilidad y Reestructuración Administrativa, haya vaciado de contenido el organismo, convirtiéndolo en un órgano consultor.
El Consell Nacional de la Cultura i de les Arts (CoNCA) nació en 2008 siguiendo el modelo anglosajón de Art Councils, que fomenta y organiza la política de apoyo y promoción de la cultura con independencia del Gobierno. El CoNCA nació para evitar el dirigismo cultural partidista, para dar apoyo a la creatividad y desligarla de las problemáticas de las industrias culturales y para que las políticas culturales tuvieran continuidad más allá de los cambios de legislatura.
A pesar de que esta normativa justifica los cambios por la austeridad y la eficiencia, según el comunicado del plenario «el nuevo modelo que propone el Proyecto de Ley no supone ningún ahorro, ya que las ayudas continuarán otorgándose siguiendo los procedimientos a que obliga la ley , pero ya directamente desde la Consejería, con el riesgo añadido que los criterios no prioricen la valoración artística».
Nueva estructura
Por su parte, el consejero de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell, lamentó que no hayan esperado al debate parlamentario sobre las leyes ómnibus, alegando que hubiera sido lógico tomar la decisión una vez el Parlament haya precisado las modificaciones que se introducen en el funcionamiento del Consejo, y añadió que lo que se busca es hacerlo más «operativo».Según explicó, cada una de las subvenciones que da la Conselleria de Cultura será supervisada y otorgada por una comisión de tres personas. Mascarell indicó que el proyecto de una oficina que funcione como una «ventanilla única» -que dará las ayudas que hasta ahora daba el CoNCA- estará comandado por una persona nombrada por la Conselleria, otra por el CoNCA, y la tercera será un técnico.
«El proceso tiene que ser público y transparente. No puede ser que el conseller pida saber cuáles son las políticas de subvención», criticó el conseller sobre el actual modelo, y añadió que con la reforma se sabrá exactamente qué personas están detrás de cada ayuda. El proyecto de «ventanilla única» se está tramitando actualmente y aunque la oficina que centralizará las subvenciones estará operativa en breve, el nuevo Institut Català de les Indústries Culturals (ICIC) no entrará en este sistema hasta dentro de dos años. El ICIC otorga hoy por hoy la mayor parte de las subvenciones, un total de 42 millones, y la Conselleria justifica que se retrase su entrada en la nueva oficina para «no colapsar» el sistema.
Sin embargo, el CoNCA interpreta la ausencia del ICIC en esta «ventanilla única» como un ejemplo de que en realidad la reforma va contra la transparencia y la objetividad y que la Conselleria quiere conservar el poder de decisión en la mayoría de subvenciones.