El Gobierno de Lakua celebrará mañana, por su cuenta, lo que algunos convinieron en llamar el «Día de la Memoria», y lo hará en solitario por la imposibilidad de alcanzar un consenso para celebrar la jornada de manera conjunta. El punto de discrepancia está, al parecer, en la definición de qué víctimas tienen, a juicio de los organizadores, derecho a ser recordadas, ya que partidos como PP y UPyD ya han dicho que las del Estado no son víctimas que merezcan ser tomadas en consideración. Por si acaso, el consejero de Interior, Rodolfo Ares, afirmó ayer que recordarán a «todas las víctimas» pero «sin equiparaciones», y habrá que ver en qué se traduce tal intención. La polémica desatada evidencia el error que supone situar en el centro del debate un tema que concita todavía sentimientos muy encontrados y en el que las lecturas que hacen los diferentes agentes son muy diferentes. Pretender alcanzar hoy un consenso en esta materia es tarea imposible, y bien harían las partes implicadas en intentar buscar ese acuerdo en el diseño de un futuro en democracia y paz para Euskal Herria.

El de las víctimas es un capítulo que necesita una lectura sosegada, para poder hacer una valoración conjunta sobre todo el sufrimiento y el dolor padecido. Hasta entonces, que no se preocupen las instituciones, porque memoria es algo que nunca ha faltado en este pueblo.