La ONU cifra en más de 3.500 los muertos por la represión en Siria
La Comisión de Derechos Humanos cifra ya en más de 3.500 los muertos por la represión de la revuelta siria desde marzo. Su último informe no hace mención alguna a los atentados de grupos opositores armados, que ayer dejaron un saldo de nueve uniformados muertos.
GARA | GINEBRA
El alto comisionado para los derechos humanos de la ONU ofreció ayer un nuevo balance que elevaría a más de 3.500 las personas muertas por la represión desde el inicio de la revuelta siria el mes de marzo.
El informe, presentado por la portavoz de este organismo en Ginebra, Ravina Shamdasani, no hace mención alguna a los uniformados muertos en atentados y emboscadas, la última ayer mismo.
Y eso que incluye cifras concretas y concretadas en el tiempo. Desde la aceptación oficial el 2 de noviembre por parte de Damasco del plan de la Liga Árabe para una salida pacífica a la crisis, «más de 60 personas han muerto a manos de los militares y las Fuerzas de Seguridad, incluidas 19 el pasado domingo, día de la gran fiesta musulmana de Aid al-Ahda», denunció, para añadir que «mientras el Gobierno sirio anunció el sábado la puesta en libertad de 533 prisioneros con motivo de la fiesta musulmana, decenas de miles siguen encarcelados y decenas son detenidos cada día».
Damasco aceptó el plan árabe que prevé el final de la violencia, la liberación de los arrestados en los últimos meses, la retirada del Ejército de las localidades alineadas con la revuelta y la libre circulación de observadores y prensa como preludio de la apertura de un proceso de diálogo.
La portavoz de la ONU insistió en que las tropas sirias seguirían haciendo uso de carros de combate y fuego de artillería para atacar barrios residenciales en la ciudad de Homs. «Es extraordinariamente decepcionante», concluyó Shamdasani
Emboscada al Ejército
La ONU no incluye en su relato las crecientes informaciones sobre enfrentamientos armados entre las fuerzas del régimen y el autoproclamado Ejército Libre de Siria.
Cierto es que, en su defensa, la ONU asegura que está intentando, sin éxito, que el régimen deje entrar en el país a una comisión creada ad hoc, por lo que sus informes se basan en testimonios de huidos.
Ocho soldados y policías murieron ayer en un ataque en el sur de la ciudad de Maarat al Nuaman, ubicada en la provincia septentrional de Idleb.
Este balance fue confirmado por el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que añadió que tres personas, entre ellas una niña, murieron en las últimas horas durante redadas de la Policía y enfrentamientos.
Los opositores Comités de Coordinación Local, por otro lado, informaron de una campaña de detenciones en la localidad de Telbisa, en la provincia de Homs, y que una manifestación recorrió las calles del vecino municipio de Haula en solidaridad con las zonas más castigadas por la represión.
El patriarca ortodoxo de Antioquía y todo Oriente, Ignacio IV Hazim, negó que los cristianos sirios estén reprimidos. Al contrario, aseguró que «lo único que temen son los llamamientos internacionales para protegerles».
En el barrio tripolitano de Jabal Mohsen, la comunidad aleví sigue con preocupación los acontecimientos en Siria, «nuestro vecino, nuestro padre y nuestra madre», en palabras de Abdel Latif Saleh, un responsable del principal partido de esta comunidad confesional chií.
Su opinión es compartida por casi todos los habitantes del barrio, en el que vive la mayoría de los 120.000 alevíes censados en Líbano y donde se ven por doquier retrartos del presidente sirio, Bashar al-Assad.
El enclave, situado en una colina, está rodeado de barrios suníes, que apoyan la revuelta en Siria y son contrarios al actual gobierno libanés, liderado por Hizbullah. Trípoli ha sido escenario freciente de enfrentamientos entre los vecinos de Jabal Mohsen y los del vecino barrio suní de Bab al-Tabbaneh. En junio, los enfrentamientos en torno a una manifestación contra el régimen sirio dejaron siete muertos.
Rabih Mohamed, que despliega una bandera siria delante de su cafetería, asegura que «lo que pasa realmente en Siria no es lo que se ve en la televisión», y denuncia un complot «de los Hermanos Musulmanes y de saboteadores» contra al-Assad. Jaled SOUBEIH (AFP)
El presidente de Siria, Bashar al-Assad, aseguró que el país «no tiene más opción que ganar cualquier batalla que atente contra su soberanía» y aseguró que la crisis es fruto de «conspiraciones extranjeras», aliadas con el «terrorismo».