El «fracking»: tentación para la industria del gas y dudas medioambientales
Bajo el suelo de Araba hay una gran bolsa de gas no convencional. El Gobierno de Lakua ha sucumbido a la tentación del «fracking», una técnica que permite explotarlo. Sus consecuencias medioambientales, sin embargo, despiertan muchas preocupaciones.
Izaro GARMENDIA
En lo que a política energética se refiere, la visita del lehendakari Patxi López a Estados Unidos tuvo una gran trascendencia. López aprovechó el viaje para anunciar que habían constatado la existencia de una bolsa de gas no convencional de 185.000 metros cúbicos en subsuelo de Araba y, de paso, empleó el viaje para crear un consorcio con dos empresas estadounidenses, Heyco y Cambria, para explotar esos yacimientos.
No es nuevo que en el subsuelo alavés haya gas, de hecho los sondeos que López dio a conocer se remontan a la última década. Pero como se encuentra muy profundo y en bolsas dispersas y adheridas a las rocas, hasta la fecha nunca ha sido posible extraerlo. La novedad recae en la técnica, la fracturación hidraúlica o fracking. Pero, ¿en qué consiste el fracking para que esté revolucionando la industria energética? Es un método de extracción que se basa, primero, en la perforación horizontal que permite llegar a lugares profundos y lejanos desde un mismo pozo. Después inyecta un componente líquido a presión que perfora las rocas y así se consigue liberar el gas que tenían adherido. El líquido empleado habitualmente ha estado compuesto en un 95% de agua, en un 3% de arena y un 2% de varios productos químicos, cuyo detalle no se conoce hasta la fecha ya que en EEUU se han amparado en el «secreto empresarial», aquel que permite por ejemplo a Coca-Cola no publicitar su composición.
A pesar de ser una técnica poco conocida en Europa, en Estados Unidos está ampliamente extendida. De hecho, no es casualidad que Lopez hiciera el anuncio en el país adalid del fracking. Esta técnica permitiría, según explican fuentes del Departamento de Industria a GARA, explotar esa bolsa de gas que autoabastecería a Gipuzkoa, Bizkaia y Araba durante 60 años.
Para emprender el camino del fracking, el primer paso será llevar a cabo dos pozos pilotos que aseguren su viabilidad «técnica, económica y medioambiental». Los dos pozos estarán ubicados en Subijana de Araba (Gasteiz), en el lugar del sondeo Enara16 -en términos coloquiales, detrás del «Ruta de Europa» de la N-I-. Dos años se necesitarán para valorar los resultados y, en caso positivo, posteriomente llegará el trámite de permisos. El fracking como tal, aun y todo, llegará a Araba a principios de 2012.
Combustibles fósiles y acuíferos
No es un técnica exenta de polémica; muy al contrario, existe una amplia oposición. Se critica el modelo energético que defiende al tratarse de un paso atrás en la transición hacia una energía renovable, ya que se persigue seguir explotando combustibles fósiles y prologar así la dependencia hacia este bien finito.
Por otro lado se situan los riegos medioambientales que entraña el fracking. En primer lugar, el fracking necesita varios miles de litros de agua, con el consiguiente gasto medioambiental de este bien, también finito. Las voces opositoras a la técnica señalan que al inyectar este agua, que posteriormente es mezclada con productos químicos y arena, se contamina el terreno y los acuíferos subterráneos. Esta opinión viene avalada por un informe de enero de 2011 del Tyndall Center, centro para la investigación del cambio climático formado por varias universidades, entre ellas Oxford y Cambridge, en el que se afirma que esta extracción «plantea riesgos potenciales significativos para la salud humana y el medio ambiente».
A este respecto, los efectos que esta técnica ha tenido en Estados Unidos dejan testimonios sorprendentes, muchos de ellos recogidos en el documental «Gasland», de Josh Fox, un trabajo cuanto menos recomendable que narra, por citar algún ejemplo, cómo en algunos hogares el agua del grifo arde o cómo los animales de granja sufren alopecia. Los impulsores de la técnica, sin embargo, señalan que los avances técnicos impedirían estas situaciones actualmente. Lo que resulta objetivable es que del agua inyectada regresa a la superficie un 30%, en el mejor de los casos, el resto queda bajo tierra, sin que estén ampliamente estudiadas las consecuencias a largo plazo.
El tercer componente de críticas, avaladas por investigaciones de la universidad de Cornell, señalan que el fracking tiene elevados costes en terminos de emisión de CO2. A ello hay que sumarle el movimiento de vehículos en el momento de las obras y la contaminación auditiva, que según pudo comprobar este periodico in situ es elevada.
Ante estos peligros, es posible preguntarse cómo la legislación medioambiental no lo defiende. En el caso que nos ocupa -en los dos pozos pilotos que se iniciarán en Araba... según se publicó en el BOE el 16 de marzo de 2010 «existirá un incremento en el riego de contaminación de suelos y aguas subterráneas por filtración accidental desde el sondeo». Sin embargo, un párrafo más tarde, se «resuelve no someter el referido proyecto al procedimiento de evaluación de impacto ambiental».
Otro elemento a tener en cuenta es la alta sospecha bajo la que se encuentra este sistema a nivel mundial. El rechazo despertado en EEUU ha acarreado que la Agencia de Protección Ambiental esté elaborando un estudio para determinar los efectos en la salud y en el medioambiente. Mientras, en Nueva York y en Nueva Jersey han establecido una moratoria. A nivel europeo no existe una norma, pero en el Estado francés han prohibido por ley esta técnica, siguiendo el «principio de precaución» hasta que exista una legislación y una valoración exhaustiva de las consecuencias.
El posible autoabastecimiento energético ha tentado al Gobierno de Lakua, que ha decidido dar el primer paso para explorar esta vía inviertiendo 100 millones de euros -a desembolsar junto a las empresas estadounidenses- en los dos pozos pilotos que se iniciarán a principios de 2012 en Gasteiz. Las posibles consecuencias medioambientales traerán, sin embargo, preocupaciones ecologistas y más que probables movilizaciones.