Cubrir etapas hasta alcanzar el objetivo principal: un escenario democrático para Euskal Herria
En la teoría económica es frecuente referirse a los ciclos económicos, en los que a periodos de expansión o crecimiento les suceden otros de recesión o contracción. Se puede hablar de ciclos económicos largos o de onda larga, sobre los que tan bien teorizó Nicolás Kondratieff, y de ciclos cortos, donde varios de estos pueden tener una relación tangencial con un mismo ciclo largo. En política, salvando las distancias, ocurre algo parecido; también hay ciclos largos y cortos, y ambos convergen en determinados puntos y se retroalimentan. Es lo que sucede con las elecciones del próximo domingo, 20N, y el proceso que ha de llevar a Euskal Herria a un escenario verdaderamente democrático. Éste avanza sin pausa pero con mirada larga, intentando no caer en turbulencias coyunturales, como las que, lógicamente, sí afectan al proceso electoral.
En esta semana, ambos espacios han coincidido al publicar este diario una entrevista con ETA, el viernes, y con el comunicado de EPPK que hoy traemos a estas páginas, justo cuando las fuerzas políticas enfilan la recta final de la campaña. Lo cierto es que desde que hace dos años la izquierda abertzale decidiera emprender un proceso unilateral que hiciera moverse al resto de los agentes y posibilitara la acumulación de fuerzas que ha abierto esta nueva etapa, la sociedad vasca ha asistido a un buen número de pronunciamientos y decisiones de gran calado, cuyo alcance será más fácilmente mensurable con la perspectiva que da el tiempo. Sin duda, el movimiento más importante ha sido el anuncio de cese definitivo de la actividad armada por parte de ETA. Y después del histórico pronunciamiento del 20 de octubre, la entrevista a dos portavoces de la organización armada constituye un documento de indudable interés periodístico. En él, ETA profundiza en el análisis que le ha llevado a dejar las armas, una decisión que, explica, tiene una dimensión estratégica y responde al nuevo ciclo que se ha abierto en el proceso de liberación. Sitúa en la sociedad toda la responsabilidad y el protagonismo absoluto en este campo, y mantiene que en ningún caso será una amenaza para el proceso de resolución.
Se trata, desde luego, de una entrevista que muchas personas guardarán para siempre, y que fue publicada el viernes como podía haberlo sido dos semanas antes o diez días después. Su alcance, el peso histórico que tiene, es de tal magnitud, que resulta inexplicable que algunos portavoces políticos hayan querido situarla en un contexto electoral, de querer interferir en la campaña. Y llama poderosamente la atención que, una vez más, haya sido el PNV y, concretamente, su presidente, Iñigo Urkullu, quien más duramente ha arremetido en su contra. El líder jeltzale debería controlar sus arrebatos, porque afirmar que una entrevista, por mucho que a uno le desagrade, es «aberración democrática, política y ética» no deja en buen lugar a quien lo hace.
La entrevista, como el anuncio del 20 de octubre, forman parte del ciclo largo, el de la solución democrática, al igual que el importante anuncio que hace hoy el Colectivo de Presos Políticos Vascos. EPPK explica que los miembros del Colectivo con derecho a ello pedirán su libertad en los próximos días, en referencia a los prisioneros enfermos, a quienes deberían estar en libertad condicional y a quienes padecen la «cadena perpetua». Un nuevo paso por parte de un agente muy importante cuya participación resulta fundamental para que el camino emprendido llegue a buen puerto.
Reencuentro con Anoeta
En su comunicado, EPPK también se refiere a las próximas elecciones, a las que da una especial importancia, y llama a votar «para cruzar el puente hacia una Euskal Herria libre». Con esa intención acudirán a las urnas quienes ayer llenaron el velódromo de Anoeta, convertido una vez más en templo de la política vasca. Mañana se cumplen siete años desde que, en el mismo escenario, Batasuna presentara su propuesta política «Orain Herria, Orain Bakea», que precedió al proceso de negociación de los años 2006 y 2007. Aquel proceso fracasó, pero no fue en vano. Sin él, y sin aquel emotivo mitin de Anoeta, probablemente este pueblo no habría avanzado hasta donde hoy se encuentra. El de ayer fue un acto electoral, pero fue también algo más, porque quienes acudieron al velódromo estaban pensando en las elecciones, pero miraban también al otro ciclo, el de la la solución, y con su presencia querían expresar que después del 20N seguirán trabajando para alcanzarla.
Es lógico, de hecho, que la sociedad vasca esté más pendiente de los pasos que se den para lograr un marco de paz y democracia que de unas elecciones que muchos quieren presentar como un duelo, si aún puede hablarse de tal, entre Rubalcaba y Rajoy. Sin embargo, si bien es cierto que la próxima cita con las urnas por sí misma no va a traer la solución, y que el domingo es un punto y seguido, el resultado de estos comicios puede ayudar mucho en ese camino. Los estados, sin duda, tomarán buena nota de lo que dentro de una semana diga la ciudadanía vasca. No les quedará más remedio.