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REBELIÓN | Pablo Sanz 2011/11/9

¿La nueva UERSS?

(...) A buen seguro que los llamados Padres de Europa (Adenauer, Monnet, Gasperi y Schuman) se sentirían hoy traicionados por los líderes europeos actuales ante el cariz de los acontecimientos que están sobrecogiendo a la Unión Europea a propósito de la presente crisis. La deriva especulativa de los mercados financieros durante años de burbujeante prosperidad, los niveles de déficit contraído por varios de sus Estados miembros, la hiperregulación intervencionista a golpe de Reglamentos y Directivas, y la cadena de funestas decisiones tomadas por sus instituciones han puesto al borde del precipicio la confianza entre los países y la estabilidad de sus economías.

Que estemos hablando de una Unión Europea donde unos Estados miembros se refieran a los otros como los PIIGS, dice muy poco de este modelo no homogéneo de comunidad, que de facto ya funciona a dos o incluso tres velocidades. Una entelequia producto de un proyecto que se originó por el interés geoestratégico de Estados Unidos de contener a la Unión Soviética después de la 2ª Guerra Mundial. Su construcción no hubiera sido posible sin el impulso de la globalización capitalista basada en la inyección de dinero-deuda capitaneada por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el GATT (actual OMC), que trajeron al continente un cierto desarrollo material entre sus miembros bajo el paraguas militar de la OTAN.

Pero este loable y pacífico desarrollo pareció satisfacer poco a la oligarquía financiera cuya aspiración última es una gobernanza mundial centralizada que les permita recapitalizarse con fondos públicos. Y por eso concentran sus energías en la conservación forzosa de la fallida moneda única y en la instauración de un Estado Europeo supra-nacional que vaya sustrayendo a los gobiernos sus soberanías nacionales y que tenga el potencial de convertirlos en meras administraciones provinciales, como en efecto ya ha sucedido con Grecia, Irlanda, Portugal y quizá no tarde en ocurrir con España e Italia.

(...) Como botón de muestra basta referirse al denominado Mecanismo de Estabilidad Europea o MEDE (en inglés ESM, de European Stability Mechanism), que más que un «mecanismo» es un nuevo tipo de administración planificada que ha nacido en la Unión Europea.

A través del ESM Bruselas pondrá a su servicio y disposición permanente a los Ministros de Economía y Finanzas de los países de la eurozona. Estos ministros, en el marco del ESM, podrán ir a Bruselas con la llave de la caja fuerte de la riqueza nacional sin límites. Uno de los observadores designados para el ESM es el Presidente del BCE, un organismo «independiente y sin fines políticos» dedicado a inyectar liquidez a los bancos privados (...).

Así resulta que la UE no puede dar orden alguna al BCE, y sin embargo, el BCE gobierna a través del Sistema Europeo de Bancos Centrales. Aquí reside lo paradójico de la situación pues el BCE ha adquirido desde el 1 de diciembre de 2009 rango institucional de la Unión Europea, pero realmente no toma órdenes de los Estados miembros, ni responde ante ellos. (...)

Una cosa es que la Unión Europea quiera ser un espacio de paz, seguridad y libertad compartida, con el fin de evitar la repetición de las tragedias de la historia, a partir de una cierta armonía y aproximación de sus ciudadanos. Otra cosa muy diferente es convertir a Europa en algo cada vez más parecido a una cueva de ladrones dirigida por un troika de cobradores del frac. (...)

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