anaitasuna | Segundo triunfo en La Catedral
Inyección de moral con acento «ché»
Un colosal Matías Schulz detiene todo y más para que el acierto de Bernatonis en la primera parte, y el de Reig y Ragot en la segunda, fructifiquen en una ilusionante victoria de muchos quilates.
Anaitasuna 32
Aragón 29
Natxo MATXIN
Cuando tu portero firma un 62% de acierto en la primera mitad -15 paradas, con dos penaltis incluidos- no puedes perder ese partido y después mirarle a la cara. Los compañeros de Schulz no quisieron pasar por ese mal trago y le pusieron toda la carne en el asador, espoleados por el sobresaliente protagonismo del cancerbero argentino.
El meta internacional sacó de quicio y del partido a los laterales y extremos rivales con intervenciones inverosímiles que no sólo propiciaron que Anaitasuna comandase el electrónico los 60 minutos, sino que la portería local se fuese haciendo cada vez más pequeña cuando los de Mariano Ortega la encaraban.
Esa frustración in crescendo propició que la renta de los de Etxaburu, pasito a pasito, se fuese agrandando con diferencias de hasta siete goles -un 26-19 con varios hombres lanzándose al suelo sin miramientos para hacerse con el balón saliendo airoso Reig de la pelea-, incomprensibles si se mira desde el punto de vista de la chequera de unos y otros.
Claro que de nada sirve estar genial bajo palos si ello no viene secundado por una férrea defensa, que alternó el 6/0 con algunos intervalos con Chocarro como avanzado, y por un eficaz ataque, en el que fueron alternando protagonismo primero Bernatonis y, tras el descanso, el citado Reig y Ragot, ayer una «doble R» magnífica.
Con semejante receta, a la grada sólo le cabía entregarse a los suyos en cuerpo y alma. La afición verde no dejó de animar, sobre todo en los momentos malos -también los hubo-, consciente de su papel y de la importancia de unos puntos que pueden saber a gloria en el camino de la permanencia. Ayer nada podía salir mal, pues la segunda victoria casera no iba a escaparse de las manos.
Sólo en el último tramo, entre el arreón a la desesperada de los malos, ese cóctel maldito de nervios y cansancio, y la exasperante actuación arbitral -erraron para ambos-, pudo frustrarse el alegrón con un inquietante 31-29 que no pasó de ahí.