Las bajas y un rival enrabietado fueron demasiado obstáculo para el Amaya Sport San Antonio, que deberá esperar a mejor coyuntura para estrenarse lejos del Universitario. A excepción de un 9-8 que hizo albergar esperanzas, los de Juanto Apezetxea siempre fueron a remolque de un adversario que necesitaba reconciliarse con su afición.

Los albiazules, con las bajas de Rasic y de su director de orquesta, Niko Mindegia, que se perderá el derbi del próximo sábado, fueron presa fácil de un Naturhouse La Rioja que lo bordó, especialmente en la conexión con el pivote Garabaya, un agujero que ni Guardiola ni Curkovic supieron tapar durante el envite.

Sin reacción

Además, la escuadra navarra se encontró con un muro en la portería contraria. Aginagalde le detuvo tres penaltis en la primera mitad, lo que acabó mermando la frágil moral antoniana ante tanta adversidad. La ventaja de cinco goles al descanso marcaba el rumbo por el que iba a navegar el choque.

Y es que el segundo tiempo no fue el de la reacción, sino el de un continuo intercambio de golpes que en nada favorecía a los visitantes, mientras que sus anfitriones iban comprobando con satisfacción cómo transcurrían los minutos sin que la ventaja a su favor fuese decreciendo lo más mínimo.

Es más, San Antonio, una vez comprobado que era imposible el revolcón, fue entregando la cuchara hasta el punto de ser arrollados por los riojanos, sedientos por desquitarse de anteriores malos resultados poco acordes a la calidad de su plantel. Sólo un punto de cordura profesional permitió que, al menos, el marcador quedase más o menos maquillado.