VASCOS EN MADRID (IX) | 1977
El PNV y la izquierda abertzale fueron juntos a La Moncloa
Aquella fue la primera (y también la última) interlocución abertzale conjunta ante el Estado español. Antes incluso de las primeras Cortes elegidas por las urnas tras la muerte de Franco, una delegación tocó la puerta de Adolfo Suárez para reclamarle la amnistía y un nuevo marco.
Ramón SOLA
El 10 de mayo de 1977 se produjo un hecho que no se ha vuelto a repetir. Representantes de todo el arco abertzale, desde el PNV hasta lo que entonces era el embrión de HB, acudieron juntos a Madrid para reclamar al presidente español, Adolfo Suárez, tres cosas muy concretas: la amnistía de los presos políticos vascos, la legalización de los partidos y un marco de autogobierno.
Aquella mañana, cinco destacados políticos vascos pusieron rumbo a Madrid. En la casi indescifrable ensalada de siglas que siguió a la muerte de Franco, José Luis Elkoro pertenecía al llamado Grupo de Alcaldes, que aquel periodo de conformación urgente de partidos mantenía una gran iniciativa propia. Juan José Pujana representaba al PNV; Santi Brouard, a EHAS; Iñaki Aldekoa, a ESB; y Valentín Solagaistua, a ANV.
Sin embargo, no acudían a Madrid en representación de sus grupos, sino como interlocución vasca. Se trata de una circunstancia que nunca se ha vuelto a vivir. Los representantes del Estado se han entrevistado con el PNV, con los sucesivos lehendakaris, con HB y Batasuna, e incluso con ETA, pero en estas tres décadas no ha habido una interlocución conjunta abertzale que toque su puerta unida como aquella mañana. Las fuerzas que han confluido ahora en Amaiur recogían en su propuesta esa aspiración, pero el PNV ha decidido concurrir por su lado, al igual que Geroa Bai en Nafarroa.
José Luis Elkoro rememoraba aquel viaje en GARA en diciembre de 2003, apenas un mes después de la presentación de la Propuesta de Bergara. «Íbamos en representación de todos los que estaban en Txiberta, incluida ETA. Nos entrevistamos con Suárez, que nos respondió que no podía atender lo que pedíamos, que la amnistía era imposible en ese momento. Recuerdo que nos dijo que él era el mayor equilibrista del Estado, porque iba por la cuerda y todos le querían tirar a un lado u otro».
Aquella unión fue ciertamente coyuntural, e incluso se puede pensar que precipitada. Pero tuvo la virtualidad de alarmar a Madrid. De hecho, las once fuerzas implicadas en el diálogo que entonces todavía estaba vivo en el hotel Txiberta de Angelu denunciaron a su vuelta que la motivación real del no de Suárez era dividirles. Y proclamaron como respuesta «el deseo común de seguir las conversaciones para presentar a Euskadi la firme voluntad de una acción común».
De Txiberta a las elecciones
Los deseos no coincidieron con la realidad. Aquel intento de Txiberta se cerró en falso unos día después, y la izquierda abertzale y el PNV tomaron caminos diferentes. Los jeltzales concurrieron a las elecciones a las Cortes constituyentes españolas del 15 de junio de 1977, mientras HB tomaba el camino de la denuncia política de aquella reforma y ETA optaba por combatirla mediante las armas.
Dos recientes libros -el último recoge las actas de las conversaciones- hacen que se vuelva a hablar de Txiberta, que en realidad siempre ha sido una herida sin cerrar en el corpus abertzale. La mejor prueba es la diferencia de interpretaciones sobre el momento en el que José Miguel Beñaran, Argala, puso su pistola sobre la mesa de diálogo. Mientras la izquierda abertzale destaca que aquella era la prueba de que ETA estaba dispuesta a dejar las armas allí mismo si se llegaba a un consenso, algunos representantes del PNV como Josu Jon Imaz siempre han tratado de sostener que en realidad aquella pistola era un signo de amenaza a los jeltzales.
Sea como fuere, los 34 años transcurridos ya y la reciente decisión de ETA de dejar la lucha armada son motivos de peso para pensar que aquel viaje conjunto a Madrid podría no ser una anécdota histórica, sino un objetivo a repetir en un futuro más o menos próximo.