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CRíTICA cine

«London Boulevard» Chateau Marmont no es para ti

Mikel INSAUSTI

HEs raro, muy raro y excepcional, que un cineasta estadounidense capte la esencia del cine de gángsters inglés a la primera. El guionista William Monahan lo ha conseguido en su debut como director, con una meritoria adaptación de la novela negra del escritor irlandés Ken Bruen, cuyo título es un homenaje al clásico cinematográfico de Billy Wilder “Sunset Boulevard”. El también irlandés Colin Farrell, en una de sus más inspiradas interpretaciones, carga sobre sus espaldas el drama de un ex convicto que no logra redimirse por culpa de un entorno violento que le persigue desde el mismo día de su salida de la cárcel. Por unos instantes parece tocar el cielo con sus manos, pero su historia de amor imposible con la estrella de cine para la que trabaja de guardaespaldas no puede tener un final feliz, así que se quedará sin viajar a Los Angeles y sin conocer el Chateau Marmont al que recientemente Sofía Coppola dedicó su obra maestra “Some-where”.

La antológica banda sonora de “London Boulevard” sirve de hilo conductor a una narración repleta de canciones muy recurrentes, teniendo como “leit motiv” el “Heart Full of Soul” de los Yardbirds. Es una referencia que conecta con el espíritu del Swinging London, inmortalizado por Antonioni en 1.966 con “Blow-Up”. Si la obsesión por la fotografía resultaba vital entonces, no lo es menos en “London Boulevard”, donde los paparazzis de los tabloides ingleses cobran protagonismo a propósito de la idea del acoso. La música incidental que ha compuesto Sergio Pizzorno, líder del grupo Kasabian, capta el clima tenso y evocador a la vez de la que Roy Budd creó como modelo genérico a seguir para “Get Carter”. Un fondo sonoro tan exquisito permite que las citas literarias, incluida una a Rilke, no desentonen en los diálogos de unos matones que han tenido tiempo de leer y cultivarse en las temporadas que han pasado entre rejas. Los que mejor dicen sus textos en la versión original son David Thewlis y Ray Winstone, ambos en un registro delirante.

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