Los dos principales partidos italianos apoyarán al Gobierno al frente del cual estará el ex comisario europeo Mario Monti, pero rechazan formar parte del mismo, como les pidió Monti. Éste necesita garantizar un apoyo duradero de los partidos a su gestión y lo pretendía con la participación de los mismos en el Gobierno, atadura que los partidos no desean porque prefieren la mayor libertad que les ofrece seguir la labor del Gobierno desde el Parlamento. Y Monti también está necesitado de respaldo popular, de un apoyo más consistente que el concitado en torno al rechazo a Berlusconi, que no debido a una trayectoria política. De ahí la ronda de contactos también con diversos colectivos sindicales y sociales. Monti, el tecnócrata elegido para aplicar las medidas de la UE y el FMI -unas medidas que, por otro lado, había anunciado el propio Berlusconi-, se veía ayer obligado a pedir «paciencia» a los mercados, diciendo que Italia es una democracia y que necesita su tiempo para formar gobierno y elaborar un programa. En esa dinámica, en la que no sólo está inmersa Italia, está por ver, además de si esas medidas son válidas para superar la situación económica del país, cuánto tiempo contará con el apoyo de las fuerzas políticas, y cuánto con un apoyo popular que ante todo deseaba la salida de Berlusconi.