Sin entrar en profundidades, si algo ha quedado claro en esta larga campaña electoral es que, mañana, las ciudadanas y ciudadanos de Hego Euskal Herria podrán elegir entre opciones muy diferenciadas. A quienes mantienen el discurso de que «todos los partidos son iguales» hay que replicarles que expliquen cuáles son esas supuestas similitudes, por ejemplo, entre Amaiur y el PP. ¿Realmente hay alguien que pueda defender, con datos en la mano, que ambos partidos «son iguales»?

Si el virtual interlocutor quisiera cargar la prueba sobre el otro lado de la mesa, la respuesta sería fácil. Desde que Bildu llegara a las instituciones, muchas cosas han comenzado a cambiar. Es cierto que en cinco meses no se puede notar un gran cambio, pero como indiqué en otra columna de este Txokotik, el cambio político y social que provocó el éxito electoral de la coalición soberanista venía gestándose desde hace tiempo; no fue producto de una noche mágica ni de una campaña electoral marcada por la «legalización» de última hora.

Bildu, además de cosechar más de 300.000 votos en mayo, ha ido sembrando nuevas adhesiones en este corto espacio de tiempo y, aunque los frutos ni siquiera hayan empezado a madurar, el reto de pasar la reválida en un 20 de noviembre es doblemente esperanzador por la carga simbólica que tiene esta fecha en nuestro país. Mañana se cumplen 27 años desde que a Santi Brouard le arrebatan la vida a tiros en su consulta de Bilbo, y 22 desde que hicieran lo mismo con Josu Muguruza, prácticamente, a las puertas del edificio de las Cortes españolas. Además de Josu, aquel trágico día de 1989 habían acudido a Madrid a recoger las respectivas actas de diputados y senadores Itziar Aizpurua, José Luis Elkoro, José Luis Álvarez Enparantza Txillardegi, Iñigo Iruin, Iñaki Esnaola y Jon Idigoras. Las casualidades de la Historia han hecho posible que, dentro de unas horas, sus nombres vuelvan a remover nuestra memoria. Esta vez, sin sobresaltos, quizás con lágrimas, pero también con una amplia sonrisa.