Maite SOROA | msoroa@gara.net
«La Nación» en peligro
Los grandes partidos españoles han intentado dejar al margen de la campaña «la cuestión vasca», pero no es fácil. Y menos aún para la derechona mediática.
«Abc» ofrecía ayer un artículo de un general de la Guardia Civil (r), Francisco Almendros Alfambra, cuya lectura da escalofríos. Bajo el título «Sangre española», afirmaba que el relativismo «debilita la memoria. Y olvidamos la sangre. Olvidamos a ochocientas cincuenta y nueve personas asesinadas y cientos de heridos que no pudieron ser rematados. Cinco mil litros de sangre. Demasiada sangre. Derramada sólo por ser española». Pues imaginen en qué nivel del olvido se encuentran otros casi quinientos muertos y cientos de heridos y torturados. Sangre tan derramada como la otra, aunque no lo fuera por ser española. Continúa diciendo que «el alto el fuego `definitivo' de ETA ha desatado un tropel de frenéticas carreras para ser el más rápido y eficaz en agradarla». Donde cualquiera ve inmovilismo, el señor Almendros ve «frenéticas carreras». Pero adonde verdaderamente quiere llegar es a otro asunto: «¡Y no digamos si ETA accediera a excusarse un poco! Todo sin querer ver que, si la sangre es sagrada, más sagrada es la Nación y que la vamos perdiendo a medida que los terroristas invaden las instituciones». A las instituciones van las personas que los ciudadanos eligen. La verdadera invasión es la de «la Nación» sobre el derecho a decidir de los vascos y otras naciones, aunque se escriban con minúsculas.
Claro que esas teorías tan tremendas que ese señor escribe tienen seguidores que las corrigen y aumentan, como Pío Moa, quien, en «Libertad digital» asegura que «Zapatero, Rubalcaba y sus gobiernos, volvieron a convertir en potencia política a una ETA acosada y probablemente agónica. Ello no se entiende sin considerar que gobierno y terroristas son de izquierdas, socialistas, antifranquistas, antidemócratas y antiespañoles: había ahí una amplia base para el entendimiento, para una masiva colaboración». Servidora se apunta a casi todo, y no es ni del gobierno ni terrorista. Por fin Moa, después de muchas melonadas, muestra sus temores: «Ahora es posible que el separatismo forme un bloque electoralmente muy difícil de batir, que recurrirá al prestigio internacional ganado para forzar la secesión». Si así lo quieren los vascos, claro. Pero conceptos como voluntad popular no son muy del gusto de Pío Moa.