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Antonio Alvarez-Solís | Periodista

Una lectura vasca

Cuando Napoleón alcanzó el Imperio, su ministro Tayllerand, navegante en todas las aguas, acertó a decirle algo que convendría recordar a los «populares» para hacer bien sus reflexiones: «Sire: con las bayonetas hemos llegado, será el caso ahora de sentarse encima de ellas». El Sr. Rajoy alcanza el Gobierno con una serie de temores y sus correspondientes esperanzas correctoras en el pueblo español que van a actuar como las bayonetas napoleónicas. Miedo al paro, terror al hambre, afán de supervivencia... Sobre esas bayonetas tendrá que sentarse el nuevo líder. Por lo tanto, bueno será esperar la respuesta de la Moncloa, que ha de llegar, al menos sobre el papel, antes de los cien días. Antes de esos tres meses, al Sr. Rajoy le habrán votado la Sra. Merkel y el Sr. Sarkozy, que son los verdaderos sufragios que necesita el político gallego, porque los otros votos no obligan nunca a Madrid.

Pero hagamos una lectura vasca de las elecciones, porque los resultados de las urnas plantean una grave cuestión política a España. Amaiur ha obtenido seis votos en los tres territorios históricos -dejemos aparte provisionalmente, a fin de decir lo que pretendemos, el diputado en Navarra-. Por su parte, el PNV ha conseguido cinco diputados más. En total once representantes nacionalistas vascos en el Parlamento español frente a los siete obtenidos por los socialistas y los «populares». En total seiscientos mil sufragios, la mayoría de los cuales, digan lo que digan en Sabin Etxea, son soberanistas y, desde luego, exigentes de la autodeterminación ¿Qué hacer con esa masa de sufragios en Madrid y, aún más, en el mismo Euskadi? ¿Eliminarlos con una reforma constitucional, cosa que ya ha insinuado el Sr. Rajoy, o privarles de voz mediante la ilegalización? Yo creo que ambas vías son impracticables para Madrid tras el cese definitivo de ETA. Ya no se puede recurrir a la falacia del «entorno». Esos sufragios nacionalistas constituyen la tremenda bayoneta sobre la que habrá de sentarse Madrid, lo quiera o no. Ni Alemania se atrevería en el momento actual a apadrinar una política de persecución en Euskal Herria. Europa se está deshaciendo y no es empresa sensata enfrentarse a las fuerzas populares y nacionalistas.

Es justo y necesario, pues, hacer una lectura vasca de estas elecciones que van a abrir la puerta a nuevas miserias, dolores y angustias a las masas ciudadanas.

De momento fijemos la atención en el primer perfil de aquellos a los que queremos referirnos. Un grupo vasco va a sentarse en el Parlamento de la Carrera de San Jerónimo para representar a un pueblo que desea ser libre frente a ese Parlamento. Será el de Amaiur. Hasta ahora eso no había ocurrido. Puede que el grupo formado por los parlamentarios del PNV dude acerca de la política soberanista de la izquierda abertzale y sus aliados, pero su comportamiento va a ser estrictamente analizado en una Euskal Herria que ha cobrado un vigor espléndido ¿Puede arriesgar el PNV una política españolista en estas circunstancias sin provocar un nuevo y agostador trasvase de su fuerza a Amaiur? No creo que el PNV se suicide.

Segundo perfil ¿Qué hará ahora el Gobierno de Lakua, que ha visto reducido drásticamente el apoyo ciudadano a su ya ilegítima presencia? Por otra parte ¿pueden los socialistas vascos, tras la debacle del PSOE, seguir del brazo del PP? Entre los dos, su apoyo ciudadano es ya irrisorio. Es decir, se trata de una alianza espuria desde el principio, que ahora ha quemado definitivamente sus pobres alas en la hoguera electoral. Si la moral política, por mínima que sea, funciona, el Sr. López se verá obligado a disolver el Parlamento vasco y convocar con urgencia unas clarificadoras elecciones.

Tercer perfil. Espero que el Sr. Rajoy tenga un mínimo sentido común para evitar toda provocación armada en Euskadi y no coaccione a la fiscalía y a la judicatura a actuar enloquecidamente. Es más, si el Sr. Rajoy quiere realmente la paz debe derogar una serie de leyes y prácticas que impiden el funcionamiento político de esos vascos que han declarado su deseo de paz y libertad en dos elecciones consecutivas. Lo que ha ocurrido el 20 N es demasiado serio para jugar al imperialismo pequeño de Madrid.

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