Proyección a las autonómicas: segundo torpedo que toca a López
I.IRIONDO | GASTEIZ
Si estas hubieran sido unas elecciones autonómicas, el PNV y Amaiur habrían empatado a 20 escaños en el Parlamento de Gasteiz, el PSE se habría quedado como tercera fuerza, con 18 escaños, el PP caería a la cuarta posición con 15 escaños, e Izquierda Unida lograría 2 parlamentarios. UPyD desaparecería de la Cámara.
Se podrá aducir que los resultados de unos comicios no son extrapolables a otros, y es cierto. Como cierto es también que estas elecciones a Cortes españolas son las que suelen dar un mejor resultado a las fuerzas unionistas, por lo que es previsible que en unas verdaderas autonómicas PSE y PP quedarían por debajo de los escaños que se les otorga en este ejercicio teórico, mientras que los partidos abertzales mejorarían sin lugar a dudas.
A esto se le ha de añadir que en mayo ya se produjeron otras elecciones, que volvieron a demostrar que el Parlamento de Gasteiz está muy lejos de representar el sentir de la ciudadanía de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Patxi López es lehendakari única y exclusivamente en función de la Ley de Partidos, que permitió someter a un estado de apartheid a la izquierda abertzale. E incluso en ese escenario trampeado, PSE y PP sumaban más escaños pero menos votos que PNV, EA y Aralar.
Las dos veces que el electorado de la CAV ha podido votar con cierta igualdad de condiciones (todavía la izquierda abertzale sigue ilegalizada) la legitimidad de Patxi López para estar en Ajuria Enea ha sufrido dos torpedos en su línea de flotación. A nadie se le escapa que mientras se mantenga el actual estado de cosas en el Parlamento, López cuenta con la mayoría absoluta que le otorga Basagoiti. También es cierto que por mal que vayan las cosas entre el PP y el PSE, la derecha españolista siempre preferirá seguir aguantando que adelantar unas elecciones que acabarían con el espejismo que ahora se vive en la Cámara.
Fue Odón Elorza quien dijo que en las elecciones de ayer también estaba en juego que el PSE pudiera estar en el Gobierno de Lakua «en una situación desahogada». Pues por seguir con el símil, Patxi López tiene el agua a la altura del bigote.
A él y a su partido les tocará ahora elegir cómo quieren pasar este tiempo de descuento en el que permanecerán en Ajuria Enea, si quieren seguir alimentando el espejismo de su supuesta legitimidad para seguir gobernando o si, por lo menos, tiene un destello del liderazgo que hasta ahora no ha demostrado e inicia una práctica acorde a los nuevos tiempos, que siquiera de manera extraoficial tome en consideración el peso que el independentismo de izquierdas está demostrando en las urnas.
La pugna por Ajuria Enea
En el mitin de Anoeta, Iñaki Antigüedad, candidato vizcaino de Amaiur, situó las elecciones de ayer como un paso en la secuencia para «desalojar al okupa de Ajuria Enea» y acabar con el actual «Parlamento transgénico». Lo números cantan y la batalla por la primera plaza con el PNV se presenta interesante si los abertzales de izquierdas aciertan con su estrategia.
El PNV está por encima en votos, pero la diferencia ahora es menor que en las elecciones forales de mayo. Así que decisiones como, por ejemplo, quién será el candidato de cada parte para intentar llevar a Ajuria Enea, pueden resultar decisivas en un momento dado.
Hace apenas dos años, el escenario político que se da en la actualidad en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, y también en Nafarroa, era absolutamente impensable. Y ahí adquiere de nuevo todo su valor la apuesta que realizaron dirigentes de la izquierda abertzale como Arnaldo Otegi, Rafa Díez, Sonia Jacinto, Miren Zabaleta y Arkaitz Rodríguez, que todavía siguen encarcelados.
De uno de ellos, de Arnaldo Otegi, sabemos que el jeltzale Iñaki Anasagasti no lo quiere como lehendakari. También ése es un dato.
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