Final del Cuatro y Medio
Activada la guerra sicológica
Aimar se probará hoy en el Bizkaia, mientras Irujo urge a que se confirme que no habrá otro aplazamiento.
Jon ORMAZABAL
Fue el actual entrenador del Real Madrid, José Mourinho, uno de los primeros en afirmar públicamente que los grandes partidos y las finales se empiezan a jugar mucho antes que el árbitro ponga el balón en juego. El portugués señaló incluso que las ruedas de prensa previas son una parte importante de esos grandes compromisos y la pelota no parece muy alejada de esos parámetros.
Con todo lo que conlleva, una final entre Aimar Olaizola y Juan Martínez de Irujo es, hoy por hoy, algo más que una final y, de hecho, la incertidumbre sobre el estado del tercer dedo de la mano izquierda del delantero de Goizueta parece haber activado ya la guerra sicológica.
Juan Martínez de Irujo tiene muy claro que, «más duro se le estará haciendo a Aimar, mirando el dedo cómo se le pone», pero la espera, -son ya dos semanas sin nada en juego tras conseguir la clasificación ante Barriola en la segunda jornada-, los desplazamientos hasta Bilbo y la impaciencia lógica previa a cualquier final se están empezando a hacer notar.
El de Ibero sabe bien por lo que estará pasando su rival en la final, no en vano, él se ha roto el meñique hasta en cuatro ocasiones y «es muy doloroso, es muy difícil jugar, pero si Aimar decide jugar lo hará con todas las consecuencias».
Las sensaciones del de Goizueta, hasta el momento, no han sido todo lo satisfactorias que se esperaban, -el domingo probó con una pelota goxua a un metro de la pared y el dolor era intenso- y hoy por la tarde realizará una prueba a puerta cerrada en el Bizkaia.
Dentro del proceso de evolución, Olaizola II acudió ayer a la consulta de Iñigo Simón en Gasteiz, donde se le realizó una radiografía de control y se le puso un dedil a medida para poder probarse hoy en Miribilla.
«No tengo ni idea de cómo está. Algo lees por ahí, algo te cuentan, pero no sabes si será del todo cierto o no. Él y los médicos son los únicos que saben cómo tiene el dedo. Si tiene que jugar el día cuatro y está mal lo tendrá que esconder, no va a venir enseñándolo», declaró un receloso Irujo, al ser preguntado sobre su opinión en torno al estado actual de Aimar.
Decisión inmediata
El mensaje oficial que se traslada desde las empresas es que la final se jugará, sí o sí, el día cuatro, pero la opción de una semana más de aplazamiento, algo a lo que Irujo ha estado abierto desde el primer momento, sigue flotando en el aire. «Si hay que retrasar para que juegue Aimar bien, pero las cosas se tienen que decidir ya, no tenerme a mí ni a todo el mundo de semana en semana. Desde el primer día yo ya dije que, si era para el once, se juegue el once, pero que se diga ya. El que peor está es Aimar, por supuesto, pero si la van a cambiar, que lo hagan ya».