Yolanda Barcina hubo de admitir ayer, ante la insistencia de los periodistas, que sabía que iban a producirse despidos en la planta de Volkswagen en Iruñea. Barcina señaló que la empresa les había comunicado que «estaban con algún tipo de ajustes» y trató de echar balones fuera diciendo que «quienes sabían todo con detalle eran los sindi- catos y las mesas de trabajo».

Las declaraciones de la presidenta se contradicen con lo que ella afirmó hace tan sólo una semana, cuando se le acusaba de haber negociado con la empresa para que el anuncio de los despidos se realizara tras las elecciones del 20N. El rumor de que los despidos iban a llegar y de que Barcina intentaba que eso no le perjudicara electoralmente los inició ella misma, cuando admitió haber acudido a la planta para reunirse con los dirigentes de Volkswagen. El miércoles la presidenta dijo que «hubo una visita a Volkswagen de tres horas donde tuve la oportunidad de conocer cómo se fabrican los coches». Sin embargo, el hecho de que esa visita no se hubiera hecho pública ni existieran fotografías corroboraban la tesis de quienes veían venir los despidos.

Mientras tanto, sindicatos y partidos políticos, realizaron ayer las primeras valoraciones sobre lo que supondrá la pérdida de estos 700 puestos de trabajo en la mayor empresa navarra. UGT y CCOO intentaron mantener un discurso optimista, destacando que no se han tocado puestos fijos, pero reconocieron que la crisis en el sector automovilístico supone una gran amenaza.

Por su parte, el parlamentario de Bildu Bikendi Barea manifestó que, tras estos despidos, «los ciudadanos y ciudadanas navarras que engrosan estas listas en el pasado mes sobrepasan los 44.700 y las recetas para minimizar el impacto por parte del Ejecutivo navarro son insuficientes». Además, ve al Gobierno incapaz de gestionar la crisis.