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CRíTICA cine

«Pánico en la granja» El cielo está enladrillado...

Mikel INSAUSTI

Hay películas que te rompen los esquemas y que son muy difíciles de comentar, porque están hechas para verlas y disfrutarlas, dejándote llevar por sus locas propuestas sin sentido aparente. Objetivamente, “Pánico en la granja” puede parecer un completo desvarío, pero no deja de ser pura magia, que es lo que el cine ha pretendido transmitir desde sus orígenes en las barracas de feria. Tan genial e incomparable espectáculo es una creación de los animadores belgas Stéphane Aubier y Vincent Patar, que, con una paciencia sobrehumana, han utilizado el antiguo sistema artesanal “stop motion”, para mover sus figuritas de juguete fotograma a fotograma. Un recurso atemporal, que ya de por si debería conmover a los amantes del género, sorprendidos doblemente ante un guión que supera a los salidos de las mentes más calenturientas de entre los historietistas de Pixar. Van todavía más lejos, al recrear la imaginación desbordante de las generaciones que crecieron jugando con fuertes de indios y vaqueros, o con soldados, ciclistas y coches en miniatura.

Los tres principales personajes animados de “Pánico en la granja” no tienen nombres propios, porque sencillamente son lo que son: Indio, Cowboy y Caballo. Ellos tres se bastan, junto con su vecino granjero, para generar un ciclón de aventuras que no tienen fin, y que avanzan imparables a golpe de gag visual. La escenografía está hecha a escala de casa de muñecas, con cantidad de recursos inventivos para trazar una sátira de la vida doméstica digna del gran Tati. Todo comienza con un chiste sobre los malentendidos que provoca la intromisión de Internet en nuestros hogares, y una vez que se ha pulsado la tecla equivocada del ordenador ya no hay vuelta atrás. Basta con dejar bloqueado el cero y la cifra del pedido a domicilio se multiplica hasta el infinito. Semejante desproporción lleva a los tres juguetes de este surrealista cuento a un viaje sin fronteras, en el que incluso las vacas vuelan, aunque lo hagan lanzándose en paracaídas.

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